Como dice el dicho: la necesidad es la madre de la invención. Pero como la historia lo demuestra a menudo, la adversidad es muchas veces el catalizador de la creatividad e inspira a los inventores a realizar hazañas de ingenio que salvan vidas.
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Una suela que salve la vida
La creación de la primera suela de goma vulcanizada se le atribuye al italiano Vitale Bramini. Seis de los alpinistas que lo acompañaban murieron durante una ventisca en los Alpes italianos en 1935.
Bramini llegó a la conclusión de que las botas de alpinista con clavos tenían parte de la culpa y se dispuso a intentar mejorar el agarre y la flexibilidad de la suela. En 1936 diseñó la primera suela de goma y al año siguiente, con la ayuda de la llantera Pirelli, presentó la primera suela Vibram.
En julio de 1954, una expedición italiana que encabezaba Ardito Desio y que usó las suelas Vibram se volvió la primera en llegar a la cima de la segunda montaña más alta del mundo, la K2 en Pakistán.
Actualmente, la empresa fabrica 40 millones de pares de suelas de goma al año y es proveedor de fabricantes de todo el mundo, como Merrell, Timberland, Hugo Boss y Prada.
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La radio de cuerda
El inventor británico Trevor Baylis se inspiró, para crear su radio de cuerda, en un programa de televisión de 1991 acerca de la propagación del VIH/sida en el continente africano.
En un intento por ayudar a transmitir mensajes de prevención para la salud, Baylis se dispuso a construir una radio que funcionara sin electricidad ni baterías, las cuales escasean en África.
Con una manivela, un resorte y un pequeño dinamo, Baylis fue capaz de producir suficiente energía para alimentar una radio. La adición posterior de un mecanismo de relojería permitió controlar la cantidad de energía.
Millones de africanos se han beneficiado con su invento, pero Baylis no ha obtenido ganancias económicas por su brillante idea. A principios de este año, el hombre de 76 años dijo a un diario británico que está en quiebra y que se vería obligado a vender su casa en Londres.
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Un medidor de oxígeno en cabina
El ingeniero de la NASA Jan Zysko inventó un monitor de presión en cabina luego de la trágica muerte del golfista Payne Stewart, en octubre de 1999.
El dos veces campeón del Abierto de Estados Unidos viajaba en un Learjet de Florida a Texas, cuando la presión de la cabina empezó a reducirse gradualmente. La hipoxia (falta de oxígeno) incapacitó y cobró la vida de los dos pilotos, de Stewart y de otros tres pasajeros, antes de que el avión, que volaba en piloto automático, se quedara sin combustible y se estrellara.
El Monitor Personal y Sistema de Advertencia de Presurización de Cabina es un dispositivo de mano que alerta sobre eventuales condiciones causantes de hipoxia por medio de sonidos, vibraciones y alertas visuales antes de que sea demasiado tarde, señala la NASA. El invento le valió a Zysko el Premio al Invento Comercial y Gubernamental del Año en 2003 en Estados Unidos.
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Inflar las probabilidades de supervivencia
El ingeniero industrial estadounidense John Hetrick conducía con su esposa y su hija de siete años, un domingo de 1952.
Terminó en una zanja luego de maniobrar bruscamente para esquivar una roca en el camino. Su hija no golpeó el tablero solo gracias a que Hetrick y su esposa estiraron los brazos para detenerla.
La experiencia impulsó a Hetrick a crear y patentar un «cojín de seguridad» que se inflara cuando un auto se detuviera abruptamente. Aunque la idea no atrajo el interés de la industria automovilística de la época, su trabajo sentó las bases para los modelos posteriores.
El uso de la bolsa de aire se generalizó en los autos hacia fines de la década de 1980 y ha ayudado a salvar miles de vidas en todo el mundo. La primera generación de motocicletas equipadas con bolsas de aire es de 2006.
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Una idea ardiente
Garrett Morgan dio al mundo no uno, sino dos dispositivos salvavidas.
Al observar a los bomberos mientras combatían el humo dentro de los edificios en llamas, Morgan se inspiró para crear la «capucha de seguridad» en 1912, que se considera una precursora de la máscara antigases.
El invento patentado consistía de una capucha y dos tubos: uno largo para aspirar el aire limpio al nivel del suelo y otro para exhalar. En 1916, Morgan usó el dispositivo para ayudar a rescatar a dos hombres de un túnel lleno de humo luego de una explosión en la planta hidráulica de Cleveland. Gracias a su valor, ganó la medalla de oro de la Asociación Internacional de Jefes de Bomberos.
Siete años más tarde, Morgan ayudó a salvar más vidas, esta vez en las calles. Luego de atestiguar un accidente de tránsito en una intersección, inventó una nueva señal de tránsito eléctrica. En vez de solo tener letreros de «Alto» y «Avance», el semáforo de Morgan incluía una tercera posición —en principio similar a la luz ámbar de la actualidad— que advertía a los conductores para que tuvieran precaución. General Electric compró la patente de Morgan por 40.000 dólares.
Fuente: (CNN)