Una verdad indiscutible para los habitantes del Distrito Federal es que el limón es el ingrediente que mejora todo lo que consumen. Los chilangos se pasan los semáforos en rojo si van tarde al trabajo. Usan su creatividad para colarse en todas las filas. Si tiembla, necesitan que el “Carnal Marcelo” (Marcelo Ebrard, ex jefe de Gobierno del Distrito Federal) se los confirme a través de un tuit. Son cinéfilos. Son gandallas. Amar vivir en medio del caos. El chilango cree que más allá de las fronteras de la capital de México todo es un rancho polvoso.
Esta y otras reflexiones se encuentran en “El libro chilango. Actitudes, amores y odios de los hermosos habitantes del DF” (Planeta, 2013), escrito por Nicolás Conti y Diego Basave, dos amigos y habitantes de la capital que se dieron a la tarea de conjuntar las características que rezuman en la personalidad de los capitalinos.
Nicolás Conti recuerda cuando Diego Basave, su amigo desde los 12 años de edad, le platicó que luego de un viaje con su esposa, comenzó a observar “actitudes chilangas” en otras partes del mundo. Una de ellas era dar direcciones en la calle o ponerle limón a todo tipo de alimentos como quesadillas y palomitas de maíz.
Interesados en estos detalles, ambos se dieron a la tarea de buscar más “rasgos chilangos”. Hasta que tuvieron unos 30 o 40, Conti y Basave pensaron que con todo ese material reunido se podría realizar un artículo o un libro. Discriminaron material y sus intenciones se cristalizaron.
Una de las actitudes en las que se reconoce Conti, nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1982, pero habitante del Distrito Federal desde los cuatro años, es el amor por el claxon. Dependiente del automóvil para realizar sus actividades durante el día, en todo momento alivia su ira con el volante de su auto.
Para realizar el libro, Conti y Basave recorrieron las distintas zonas del Distrito Federal. Ingresaron a cafés, restaurantes, salas de cine, bancos y taquerías para observar de cerca las actitudes de sus conciudadanos.
Uno de los rasgos que más impresionaron a Conti fue que al chilango le gusta mucho quejarse, pero después va aceptando lo que al principio le parecía malo. Y termina por enorgullece de eso”. Algunos de esos ejemplos son el alcoholímetro, el metrobús, el Sanborns de Coyoacán o el segundo piso del Periférico.
“Lo que más me llamó la atención es esto de que todo empieza como una queja pero después es algo que nos da orgullo. Yo siento que el chilango está muy orgulloso de vivir en el DF. Y sí es una cosa que le da orgullo, aunque la ciudad todo el tiempo esté convulsionada por el tráfico”, dijo.
Fuente: Informador