Para muchos poblados remotos en comunidades alasqueños que sólo son accesibles desde avión, el mayor peligro no es la naturaleza. En lugar, lo que habría que tener son los mismos residentes y la falta de disponibilidad de policías para proteger a las víctimas.
Hay por lo menos 75 pueblos de indígenas en Alaska. Aislados por largas distancias y terrenos difíciles, esos residentes deben esperar horas para el tiempo de respuesta de las autoridades del Estado de Alaska.
Alaska tiene una de las tasas de violencia más altas en EUA con 603.2 crímenes violentos por 100,000 comparado con el promedio nacional de 386.9, según el reporte de crimen de la FBI. Eso incluye aproximadamente 80 violaciones por 100,000 residentes en 2012 comparado con el promedio nacional de 26.9.
“Desafortunadamente, hay lugares en las partes rurales de Alaska donde si una mujer es violada o un niño es golpeado, puede que la víctima no reciba nada de ayuda,” dice Tony West. “Puede tomar hasta un día y medio antes de que aparezcan los policías para ayudar. Imagínate que eres víctima de violencia y no puedes recibir ayuda por las condiciones climáticas.”
Los alasqueños indígenas conforman 61% de las víctimas de asaltos sexuales aún cuando forman el 15% de la población en total. Nadie sabe exactamente por qué las mujeres indígenas en Alaska son tan vulnerables a la violación, algunos expertos dicen que es debido al alcoholismo y la desintegración de familias indígenas.
El peligro de crímenes contra indígenas alasqueños, especialmente las mujeres, en pueblos remotos sin aplicación de la ley fue demostrado el año pasado cuando mataron a una niña indígena de 13 años en la comunidad de Kake.
Como en comunidades similares, Kake lucha contra el abuso de drogas y alcohol y la violencia doméstica. Sólo accesible vía barco o avión, Kake sufre con un desempleo del 80%, una industria de pescadería en declinación y una industria de leña en las mismas.
Un departamento de policía con sólo un empleado cerró hace 35 años por falta de fondos.
Aún en las áreas rurales donde existe una presencia policial pequeña, rapidez y eficacia no son garantizados. Una indígena de 19 años que vivía en un pueblo con 800 personas llamó a la policía cuando alguien se metió a su casa forzosamente y la violó en medio de la noche. La policía nunca contestó, así que dejó un mensaje. Nunca respondieron.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.