La ampliación del centro comercial Plaza Delta, que se encuentra entre Viaducto Miguel Alemán y Obrero Mundial, a la altura de la Avenida Cuauhtémoc, terminó descubriendo vestigios arqueológicos desde la época prehispánica y cimientos arquitectónicos del S. XVI. Ahora pretenden sepultar nuevamente este sitio con fin de levantar comercios y un estacionamiento para mil vehículos sobre él.
Arqueólogos y antropólogos del INAH explicaron que encontraron fragmentos de vasijas, incensarios, aplicaciones de incensarios, cajetes, vasos y una diversidad de elementos de los periodos Xolalpan tardío y Metepec.
También detallaron que se hizo una excavación de cinco metros en la parte frontal del terreno, donde también se encontraron las primeras fases constructivas de la iglesia y el convento de La Piedad.
También se encontraron fosas hechas de adobe, conocidas como cistas, con varios entierros. En total se encontraron 20 cistas, en las cuales algunas tenían hasta 20 entierros.
Se obtuvo información arquitectónica del convento y la iglesia desde el S. XVI hasta finales del S. XVIII en sus diferentes modificaciones. Según lo observado, subían el nivel del piso por las constantes inundaciones. Algunos muros los tiraban y los volvían a utilizar.
A finales del S. XVII se hizo una última nivelación como iglesia, con dos o tres modernizaciones. Entre los azulejos que son un dato fidedigno para marcar la época de la construcción, vestigios de lo que fue el cuartel militar, que fueron hechos al mismo tiempo que se comenzó a usar el cemento, pareciera una cápsula de tiempo.
Sin embargo, ya concluida la exploración de campo, el análisis y el registro del material recuperado, la orden es tirar todo. Una idea es hacer una maqueta para que la gente sepa cómo estaba antes.
Parte de los vestigios ya fue destruida al empezar la obra. “Porque entramos tarde. Hay un desinterés brutal. El INAH no está cumpliendo como autoridad para preservar este tipo de monumentos y el argumento es que no hay recursos,” dijeron los expertos del INAH.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.