Hay días donde Ivan Sprajc se harta de su trabajo. Cortando caminos a través de la maleza de las junglas en México con un machete es trabajo muy cansado. Estar siempre pendiente de serpientes venenosas es duro para los nervios y el riesgo de no encontrar nada después de tanto trabajo es muy alto.
Pero luego existe la recompensa de encontrar el contorno de una plaza, palacio o pirámide debajo de la cubierta de un árbol.
“He dicho varias veces que esta es la última temporada que hago esto porque es muy difícil. Pero la recompensa personal de encontrar un nuevo sitio arqueológico es muy satisfactorio,” dice el arqueólogo esloveno quien se dedica a encontrar ciudades mayas perdidas. “Es un trabajo muy duro, pero es muy romántico también.”
Este año, el equipo de Sprajc encontró dos sitios – Tamchén y Lagunita – después del descubrimiento del año pasado de Chactún.
Los tres descubrimientos son el primer paso de explorar una zona casi completamente desconocida de 1900 km cuadrados en el norte de la reserva de Calakmul, en Campeche.
Tamchén, Lagunita y Chactún han existido desde el S. VIII.
Sprajc cree que el tamaño y la importancia aparente de algunos de los edificios denotan el resurgimiento de poder de ciudades más pequeñas que alguna vez fueron sometidas a la autoridad de Calakmul, una gran ciudad que rápidamente desapareció después de perder la guerra en 695 contra Tikal.s
Cuando movió sus exploraciones al occidente hacia la reserva de Calakmul, las cosas se complicaron más. Aunque unos cuantos informantes aún podían ser encontrados entre los poblados, Sprajc tenía que depender más en su sensibilidad para decidir hacia dónde explorar.