Dan Frost esta intentando simular las condiciones dentro del manto de la Tierra. Más de 3,000 km debajo de la superficie, existen temperaturas cerca de los 2,200 ºC y una presión alrededor de 1.3 millones de veces más que el aire que respiramos.
Frost se ha topado con unas formas innovadoras de manufacturar diamantes al intentar simular el ambiente que hay debajo de la Tierra. Debajo de su brillo, los diamantes están compuesto de simples átomos de carbón acomodados en forma de cristal.
La investigación de Frost comenzó con la hipótesis de que en tiempos muy muy antiguos las rocas le sacaron el dióxido de carbono del océano. Luego las rocas fueron llevadas al manto de la tierra y la gran presión obliga a las rocas a liberar el CO2. Una vez liberado el CO2, el hierro en el manto le extrae el oxígeno. Esto deja el puro carbón y se comprime hasta conseguir la forma de diamantes con el calor. Esto es exactamente lo que descubrió Frost cuando intentó recrear el proceso con sus prensas, básicamente creando diamantes de la nada.
Porque los alimentos y casi todo lo orgánico contiene carbono, los investigadores han podido crear diamantes con éxito a partir de crema de maní. Sin embargo, el hidrógeno enlazado con el carbono en la crema de maní si hace el proceso mucho más complicado. Aún bajo las mejores condiciones la transformación es lenta.
“Si quisiéramos un diamante de dos o tres milímetros, lo tendríamos que dejar prendido por semanas,” dice Frost.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.