Lavarte la cara parece la parte más sencilla de tu rutina de belleza, ¿no? Resulta que muchos hábitos comunes puedes causarte todo tipo de complicaciones. Aquí te enseñamos algunos de estos hábitos.
1. Escoger el producto equivocado
El limpiador facial adecuado deberá quitar mugre, maquillaje y tierra, pero de manera que no te quite mucho de tus aceites naturales o células de piel saludables. Encuentra uno que no sea demasiado gentil, de manera que tengas que usarlo varias veces antes de quedar limpia; ni demasiado fuerte, como para dejarte la piel irritado o reseca.
2. Exagerar
Una o dos veces al día es lo típico, pero más que eso puede irritar tu piel e irónicamente causa que tu piel produzca más aceite. Si no tienes maquillaje, protector solar ni sudaste mucho ese día, será mejor evitar usar el limpiador facial en la noche antes de dormir y es mejor optar por usar agua al tiempo nada más.
3. Usar la temperatura inadecuada
Es un mito que el agua caliente abre los poros y fría los cierra. Aunque el agua se sienta bien, puede afectar tus aceites naturales protectores y resulta con piel reseca o una producción excesiva de sebo. Agua tibia es la mejor para limpiar tu piel de manera gentil y eficaz.
4. No enjuagarte suficiente
Olvidar enjuagarte bien puede resultar con una acumulación de residuos que pueden tapar tus poros y resecar tu piel. Enjuagate bien la cara aún si tienes prisa. La línea de la quijada, el borde del cuero cabelludo y la nariz son los lugares más ignorados, no los olvides.
5. Tallarte con la toalla
Date suaves palmaditas con la toalla, no la talles sobre tu piel. Esto te jala la piel, poniendo tu elastina bajo riesgo. Tampoco uses cualquier toalla que encuentres, designa una toalla como tu única toalla para la cara y no la compartas con más gente. Evita que bacterias se propaguen en tu cara recién limpia.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.