Sabes que durante tus dos visitas al año (recomendado) con el dentista, el fluoruro que te ponen esencialmente mantiene tu boca saludable. El mineral protege tus dientes de pudrirse, manteniendo las caries lejos. Todo el agua contiene fluoruro naturalmente, sin embargo, no es suficiente para tener efectos sobre tus dientes. Así que para asegurar que uses suficiente, algunos países incrementan el porcentaje de fluoruro en su agua potable.

Pero recientemente se ha dicho que el nivel más óptimo es 0.7 mg de fluoruro por litro de agua en lugar del 1.2 mg que se usa actualmente en el agua potable. ¿Pero si se llevan más de 50 años con la antigua recomendación, por qué cambiar ahora? En realidad debería de preocuparte el adquirir demasiado fluoruro.

La razón por esto es porque han cambiado nuestros estilos de vida. Ahora conseguimos fluoruro de muchas otras fuentes, como la pasta de dientes, enjuague bucal, geles aplicados profesionalmente y suplementos de fluoruro. Así que ya no se requiere tanto en nuestro agua potable. Pero tampoco te asustes por adquirir demasiado fluoruro debido a que no tiene efectos negativos en tus dientes. No usar suficiente, en cambio, puede dejar tus dientes vulnerables.

Con esto dicho, si tienes un hijo menor de 8 años, deberías de preocuparte. Pueden desarrollar algo llamado fluorosis dental que parecen manchas blancas sobre los dientes. Sin embargo, es puramente estético este problema y no afectará al bienestar de los dientes de tu hijo. También, esto sólo es un problema con los dientes de leche. Cuando salgan los permanentes ya no correrán riesgo.

El fluoruro sirve al evitar o revertir el proceso del pudrimiento de los dientes que es causado por ciertas bacterias en la boca. Cuando una persona consume azúcar o carbohidratos, estas bacterias producen ácido que quita los minerales de la superficie de los dientes. El fluoruro ayuda ad devolver estos minerales a tus dientes y evita la formación de caries.

Preguntale a tu dentista cuánto fluoruro deberías de estar usando todos los días.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.