Elaboré un kit de supervivencia para rompimientos amorosos que se supone, me facilitaría la vida. Ese kit comenzó con un par de litros de helado y lo fui enriqueciendo con muchas dudas e inseguridades. No sé por qué, pero siempre tuve la impresión de que ese kit me iba a resultar útil al término de la mayoría de las relaciones en mi vida.
Y así fue. Muchos vinieron, fueron y decidieron partir. Y yo seguía agregando tristeza, desconfianza y terror a mi método de supervivencia.
Era como construir un acorazado alrededor de mis sentimientos. Seguía esperando el momento en que la persona que se había ido, regresara decidido a formar una vida a mi lado.
Guardaba muy cerca de mi pensamiento esta cajita llena de inseguridades cada vez que conocía a alguien interesado en mi por una milésima de segundo.
Repelía a Arturo, el chico guapo del café cuando notaba que se reía como mi primer amor, Daniel. La alarma de emergencia sonaba cuando Luis comenzaba a evitarme como mi ex de la secundaria, Miguel.
Y en ese momento, sabía que era hora de activar el plan de escape.
Con una escena de celos o reproches sin sentido, me encargaba de alejarlos de mi vida.
Jamás me di cuenta de que yo era mi propio enemigo. Yo misma inventé un método que saboteaba cualquier indicio de una relación que me permitiera ser feliz. Me moría de miedo cuando alguien me pedía un poco más de formalidad y yo notaba que tenía el mismo color de ojos que Ricardo, mi novio de la universidad.
Básicamente me volví una experta en las «no relaciones».
Y decidí parar. Decidí que me había cansado de mis culpas autoinfundadas. Ese mismo método que supuestamente me brindaría alivio y paz, en realidad me hizo muy infeliz por mucho tiempo.
Meses después decidí tomar la oportunidad de sólo vivir sin miedo a amar. Pero no me deshice del kit, si explorar esta parte de las relaciones salía mal, siempre podía regresar al helado de chocolate y horas enteras de reproches.
Sigo explorando si me quedo en este espacio abierto de oportunidades y si me siento segura al no juzgar a mi pareja con mi método. Sigo considerando si al final, la herida vale la pena.
Pero algo que sí es seguro, es que si mi método para rompimientos no funcionó en repetidas ocasiones, merezco la oportunidad de probar otros kits de supervivencia que sí me hagan feliz.
