Mi esposo y yo compartíamos un baño mucho antes de que compartiéramos una cama. Nuestros cuartos individuales estaban separados por un baño completo con una puerta de cada lado. Siempre me aseguraba de ponerle el seguro a su puerta o corría el riesgo de que abriera la puerta mientras yo hacía del baño. Lo que si eventualmente pasaba, era muy vergonzoso, especialmente porque no éramos una pareja; éramos roomies.
Un mes después de haberme mudado, la delgada línea de la amistad se borró y nos convertimos en una “pareja”. Si esconderse de nuestro tercer roomie mientras dormía en la planta alta es considerado “vida en pareja” entonces eso era. En una noche normal de la semana, todos comían burritos en el comedor, veíamos un partido y nos despedíamos hasta mañana. Entonces, mientras nos cepillábamos los dientes, Josh y yo bromeábamos: ¿tú cama o la mía?
Pero cuando llegaba el momento de dormir, cada uno regresaba a su respectiva cama. Por varias razones: 1) No estábamos listos para confesar nuestro amorío a nuestro compañero de piso. 2) Dormir juntos es bastante más íntimo que, ya sabes, dormir juntos y 3) Sabíamos que dormiríamos mejor en nuestra respectiva cama.
Al inicio de nuestros días, tener camas separadas era un signo de afluencia.
Ahora, 7 años después, estamos casados con dos hijos y típicamente operamos entre 6 y 7 horas sin parar. Entiendo que soy una chica muy suertuda: mi esposo no ronca.
Pero Josh tiene el sueño ligero. Una mosca pasa volando por su oreja, se escuchan ruidos en la cocina y él está listo para pelear con el ladrón imaginario. Y luego, obviamente, como yo duermo a lado de él, también me despierto. Josh me culpa de que no puede dormir, pero no hay necesidad de entrar en detalle.
El punto es que por mucho que me guste cucharear, a veces extraño nuestros días de compañeros de piso. Tal vez necesitábamos un Plan B y sé que no suena nada atractivo pero, ¿Qué hay de malo con tener camas separadas?
Este tema surgió (una vez más) en una cena con amigos. Mi amiga Lisa comentó: “¿Quién inventó este sistema de una sola cama?” quien ha compartido una cama queen por 14 años con su esposo que mide: 1.93 mts. “Obviamente no funciona. Tampoco los tapones de oídos funcionan”. Pero cuartos separados funcionaría. “Aunque el espacio es el problema. ¿Camas literas?”
George, inmediatamente contesto: “Mis abuelos siempre tuvieron cuartos separados y eran felices. Me quedaba dormido mientras los escuchaba hablar desde sus camas separadas. Es una de mis memorias de la infancia que más me gusta.”
Todos hemos escuchado historias descabelladas como esta. Sobre parejas, felices – celebridades o no – que tenían camas separadas, Brad y Angelina: camas separadas y hasta casas separadas como Helena Bonham Carter y Tim Burton o Frida Kahlo y Diego Rivera. A esto se le llama Viviendo Juntos pero Separados y es un concepto completamente real. Pero para la mayoría de nosotros que nos encontramos en una relación larga, tener dos cuartos aún parece algo totalmente tabú. Dile a tus amigos que te has mudado de cuarto y la siguiente pregunta es: “¿Cuándo se divorcian?”
Y aún así, más parejas que nunca están adoptando esta nueva forma de estar juntos; dormir separados. Entre un 30% ó 40% de las parejas a nivel mundial lo están haciendo. Y aparentemente, la mayoría de ellas están durmiendo de lujo.
Las parejas sufren hasta un 50% más de trastornos del sueño al dormir con alguien que cuando duermes solo, es por eso que el 60% de los nuevos hogares ahora se construyen con dos dormitorios principales.
Aunque la pregunta obvia continúa por existir: Muchos de nosotros creemos que camas separadas ocasionará una vida sexual pobre. Todo lo contrario confiesa la escritora británica Rachel Rounds en el Daily Mail: “Mientras escuchaba las pisadas de mi esposo en el pasillo, sonreí con malicia al recordar nuestra maravillosa “cita” en su dormitorio en la noche anterior, que terminó con un beso de buenas noches antes de regresar de puntitas a mi propio cuarto”
Aunque suena como una mala novela de Danielle Stelle, tener camas separadas suena a una idea que podría valer la pena probar.
Texto original: Ozy