¿Podrá tu vida sexual sobrevivir a un bebé? Depende de lo estresada esté tu esposa según un nuevo estudio. Investigadores encuestaron a varios padres nuevos sobre sus niveles de estrés y su satisfacción sexual en el primer año de las vidas de sus hijos.
En general, 55% de los hombres y 69% de las mujeres estaban “más o menos” felices con sus vidas sexuales. Pero mientras más estresadas se encuentren las mujeres, menos satisfacción sexual había para ambos padres.
Aunque los padres estén tan estresados como las madres, su estado mental no fue vinculado con la insatisfacción sexual, el estrés parece sólo tener impacto en las mujeres.
¿Por qué es esto? Las mujeres suelen sentir mucha presión para ser las madres perfectas y es esta presión que puede volverse debilitador para las madres nuevas, según el estudio.
Entre las tendencias nuevas de alimentación, el bloqueador orgánico o el ejercicio post-parto, muchas mujeres se sienten obligadas a cuidar a sus hijos sin parar ni respirar al mismo tiempo que deben cuidarse a si mismas para verse lo mejor posible.
Si una mamá nueva se siente inadecuada, estas emociones de inseguridad pueden afectar otras áreas de su vida, incluyendo lo que pasa en la cama.
Los hombres suelen ser más relajados en cuanto a sus expectativas de ser padre y su autoestima no está vinculado con ser un padre.
Así que aunque te falte dormir, estés ocupado o te preocupa que tus hijos se enfermen, el estrés de tu esposa es un problema mayor.
Procura recordarle todo el tiempo que está haciendo un excelente trabajo como madre y esposa y que te encanta como madre. Ya que podría estar sufriendo su autoestima después del parto, no sobra que le digas con frecuencia lo sexy que sigue siendo.
También ayudará mucho con su confianza si sabe que no es la única responsable por el nuevo hijo, así que haz lo que puedas para ayudar. Pero tampoco asumas saber lo que ella necesita. Pregunta qué tareas por la casa puedes hacer tú o de qué responsabilidades te encargarías tú con el bebé y cuáles se van a turnar.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.