Pero también hay unos efectos no tan buenos que vienen con el amamanto que quizá quieras conocer:
Tus pezones se volverán más fuertes
La primera vez que tu bebé amamanta, te sorprenderá la fuerza que tiene en la boca. Los pezones están llenos de terminaciones nerviosas y tienen piel sensible que no ha sido expuesta antes de amamantar. Tu cuerpo se prepara para esto haciendo los pezones más fuertes y elásticos.
Podrías sentir un cosquilleo en tus senos
Esto es debido a un fenómeno neurológico que sucede cuando amamantas. Oxitocina abre los ductos mamarios para que empiece el flujo de la leche. La sensación puede causar un cosquilleo, puede ser placentero o puede relajarte. La oxitocina puede dispararse en tu cuerpo con tal de que pienses en tu pequeño o si lo oyes llorando, causando que de repente puedas derramar un poco de leche en momentos inoportunos. El estrés, la ansiedad y la cafeína también pueden interferir con este reflejo, así que procura cuidarte durante este periodo.
Tu leche mamaria puede cambiar
Considerando que algunas mujeres siguen amamantando hasta que sus hijos tienen dos años, o incluso más, no debería de ser sorpresa que el valor nutrimental de la leche varíe dependiendo de la edad de tu bebé. La diferencia entre la leche de mama para un bebé de un día comparado con un mes es muy diferente. Conforme el bebé crece, factores inmunológicos en la leche cambiarán también. Si tú o tu bebé están enfermos, la leche se ajustará para combatir la infección.
Podría molestarte mucho
Aunque te acostumbres, puede llegar un momento donde sientas que físicamente no puedes seguir amamantando. Estás agitada o enojada y sólo quieres salir corriendo. Incluso podría darte asco aunque nunca lo haya hecho antes. Según estudios, amamantar puede causar toda una clase de emociones fuertes, incluyendo negativas.
Muchas mujeres se sienten culpables cuando esto sucede, pero es importante saber que es normal y que no pasa nada malo contigo.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.