Kyle McDonald y Jonas Jongejan llenaron un cuarto oscuro con cincuenta bolas de disco y crearon secuencias de luces temporizadas de colores para crear hipnotizantes reflejos que rodean a los visitantes de la instalación.

Sin embargo, en lugar de simplemente contar con los reflejos dispersos, los dos artistas usaron cientos de escaneos de luz estructurada para capturar la posición volumétrica de cada pixel mientras es reflejado por cada uno de los tres proyectores.

Describen la instalación artística como un espacio curioso que alterna entre un estado meditativo y un desbalance intranquilo.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.