Cuando compres pollo de ahora en adelante, siempre deberías de fijarte si no tiene unas rayas blancas en la carne. Esto es causado por un desorden muscular que afecta la pechuga del pollo.
Según un estudio llevado a cabo en el 2013, la condición aumenta la grasa en un 224% y disminuye la proteína en el pollo.
Quizá ya hayas notado estas líneas blancas en el pollo que compras para cocinar. Para identificarlo, básicamente tendrías que ver líneas blancas que van paralelo con el músculo de la pechuga. La severidad de estos casos ha aumentado en años recientes. En otro estudio, llevado a cabo en el 2016, los investigadores identificaron esta condición en 96% de las aves en las que hicieron pruebas.
Lo más importante que hay que notar con esto es que impacta negativamente la calidad de la carne, afectando la eficacia para marinar y la pérdida de volumen cuando cocinas.
Los investigadores creen que la causa es simplemente un caso de oferta y demanda. En promedio, la gente come alrededor de 40 kilos de pollo por año, una cifra que ha ido en aumento. El mercado para las proteínas baratas motiva a los granjeros para producir aves más grandes en menos tiempo.
El pollo promedio que se vendía en el super durante los 50 pesaba alrededor de 1.5 kilos a los 70 días de haber nacido. En el 2015, el promedio era el doble, llegando arriba de los 3 kilos con el promedio de vida de 47 días.
El pollo sigue siendo una opción de proteína saludable ya que contiene poca grasa y es rico en vitamina B, hierro y vitamina B12.
Sólo recuerda siempre cocinarlo completamente, almacénalo bajo la temperatura correcta y evita contaminar tus utensilios y otras superficies en la cocina durante la preparación.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.