Hasta las mujeres más fuertes se cansan de sus responsabilidades. Se cansan de cuidarse a si mismas todo el tiempo, se les olvidan compromisos que tienen y las cuentas que tienen que pagar ocasionalmente. Se cansan de la vida independiente que eligieron y de las expectativas de toda la gente que cuenta con ellas.
Se cansan de todo esto porque a veces no consiguen el valor para pedir ayuda porque el mundo espera que estén bien sin ayuda. El mundo espera que superen todo por su propia cuenta.
Hasta las mujeres más fuertes necesitan amor. No les gusta la soledad, el rechazo ni ser la única persona en sus propias vida, no les gusta ser su propio héroe. Siempre salvan su propio día, se levantan por su cuenta y tienen que ser su propia mejor amiga a veces, pero quieren recordar lo que es tener a alguien más para eso de vez en cuando.
Extrañan el apoyo y la comodidad de tener a alguien que esté ahí para ellas, alguien que les recuerde que no tienen que hacer todo solas. Se cansan de la carga emocional que tienen que manejar diario y a veces sólo quieren una mano.
Hasta las mujeres más fuertes se desmoronan. Cuando ya tuvieron suficiente, cuando han sido fuertes por demasiado tiempo, simplemente lo dejan de tolerar. Cuando no pueden salir de la cama por tener el corazón muy pesado y dejan de pensar con claridad es porque tienen la mente dispersa y no pueden concentrarse.
Cuando sienten que todo por lo que han trabajado se está cayendo y cuando sienten que su fortaleza es una maldición, dejan de sentir que es un don.
Hasta las mujeres más fuertes necesitan un descanso. Necesitan a alguien que las guíe en estos momentos, necesitan saber que esto no durará para siempre. Necesitan que la vida se alente para poder recargar sus energías para seguir adelante.
Necesitan sentir que está bien ser vulnerable y que pueden pedir ayuda, no son robots que se les espera que estén bien y todo lo hagan perfectamente y de manera positiva todo el tiempo.
Hasta las mujeres más fuertes pueden sentirse drenadas. Desde todo lo que tienen que hacer para mantener esa etiqueta y todo lo que hacen para continuar viviendo las mejores vidas que pueden tener sin dejar que la gente se aproveche de ellas.
Hasta las mujeres más fuertes se cansan de siempre ser fuertes porque nunca fue algo con lo que nacieron, es algo que desarrollaron a lo largo de sus vidas para enfrentarse a los desafíos que presenta cada día.
Hasta las mujeres más fuertes extrañan quienes solían ser antes de que el mundo les enseñara a ser alguien más, después de aprender a estar solas porque la gente siempre se va y la gente siempre terminará desilusionándolas.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.