Los controles en el mercado cambiario argentino impuestos por la presidenta Cristina Fernández empujaron una brusca alza del precio del dólar ilegal, situación que complica la economía del país.
El viernes el dólar ilegal, llamado en Argentina “blue” o “paralelo”, alcanzó un precio de 9.34 pesos, 80 por ciento por encima del precio del dólar oficial, que se vende a 5.1 pesos.
Con ello el precio de la divisa estadunidense en el mercado negro aumentó 35 por ciento en lo que va del año, pero a diferencia de 2012, ahora ni siquiera los analistas financieros prevén un tope para finales de 2013.
La respuesta del gobierno ante la escalada del dólar fue el endurecimiento de los controles, ya que a partir de la próxima semana, las autoridades fiscales intimaran a todos los argentinos a que expliquen sus compras de dólares en el extranjero.
Esta medida se debe a que muchos argentinos aprovechan sus vacaciones en países como Uruguay y Brasil para extraer dólares de cajeros automáticos o incluso envían a personas con sus tarjetas de débito o crédito para que lleven a cabo las operaciones.
El auge de un mercado paralelo del dólar en Argentina se debe a que las intermitentes crisis económicas sufridas durante décadas crearon en este país una cultura del ahorro en la divisa estadunidense.
Durante la administración del presidente Carlos Menem (1989-1999), la dolarización se instaló de manera oficial, luego que el gobierno decretó que un peso argentino valía un dólar, lo que permitió que la clase media viajara y comprara productos importados.
La llamada “convertibilidad” terminó en 2002, en medio de una profunda crisis económica, aunque lo que no se eliminó hasta el año pasado, por ejemplo, fue la tasación de propiedades en dólares y la compra de la divisa para ahorro.
A finales de 2011, la presidenta Fernández comenzó a tratar de desdolarizar la economía y a combatir la dependencia sicológica de esta moneda a partir de fuertes restricciones a la compra y venta.
Por ello los bancos cancelaron la posibilidad de comprar o vender la divisa mediante Internet y se estableció que todo aquel que quisiera comprar dólares debería presentar una declaración jurada y solicitar un permiso especial a las autoridades fiscales.
Además, las ventas de propiedades comenzaron a tasarse en pesos, se canceló la posibilidad de comprar dólares para ahorro y se impuso un recargo de 20 por ciento a los gastos pagados con tarjetas de crédito argentinas usadas en el extranjero.
Pese a todas esas medidas, la obsesión por el dólar se mantiene por parte de una pequeña porción de la población, pero es suficiente para desequilibrar el mercado cambiario y alterar la economía argentina.
Buenos Aires, 27 Abr (Notimex).