La semana que termina fue una de las más convulsionadas en las calles de Sao Paulo y Río de Janeiro.
Protestas masivas contra el aumento de las tarifas en los pasajes de bus se tomaron las calles de martes a viernes y dejaron centenares de detenidos y decenas de heridos, entre ellos siete reporteros.
Un fotógrafo está a punto de perder el ojo izquierdo, tras haber recibido un disparo de bala de goma de los integrantes de la Policía Militar de Sao Paulo.
Además de encender las alarmas sobre el exceso policial al lidiar con la multitud –mayoritariamente pacífica con algunos puntos negros de vandalismo– las protestas despertaron en el común de la gente la inquietud de si se trata apenas de un rechazo contra el aumento de 7 por ciento en las tarifas de transporte público (el pasaje de bus subió de 3 reales a 3,20 reales, es decir 2.800 pesos) o si la movilización encierra motivaciones más profundas o incluso, intereses políticos.
Y es que ni las marchas contra la corrupción han congregado a tantas personas y por tantos días en diferentes ciudades brasileñas. Para algunos, la respuesta puede estar en las consignas de las pancartas exhibidas en la Avenida Paulista y en las redes sociales: “No es por centavos, es por derechos”. Para otros, puede haber algo de oportunismo político con miras a la elección presidencial de 2014. Cabe aclarar que las tarifas son reajustadas por los municipios y no por el gobierno federal.
Para el politólogo Mauricio Santoro, asesor de Amnistía Internacional en Brasil, se trata de un tema de derechos ciudadanos. “El aumento de los pasajes de bus es apenas la chispa que encendió el fuego. La gente viaja de muy lejos para trabajar en las grandes ciudades brasileñas y tiene que hacerlo en un transporte que es caro, inseguro y de mala calidad.
En Río de Janeiro ha habido en los últimos meses accidentes fatales muy graves por imprudencia de conductores de servicio público y también hay crímenes graves cometidos dentro de los buses, como abusos sexuales y robos. La protesta por el aumento de la tarifa se convirtió un catalizador de una cuestión de derechos ciudadanos en las grandes urbes, por eso su impacto”, explica.
Las marchas que continuarán este lunes en Sao Paulo, han sido convocadas principalmente a través de las redes sociales por iniciativa del movimiento Passe Livre, que se define como apartidario y apolítico.
En su mayoría integrado por estudiantes, Passe Livre propone un sistema de transporte público pago a través de impuestos y no de pasajes, cuyo valor debe ser estratificado (quien gana más, paga más y quien no gana nada, no paga nada).
Fernando Hadad, alcalde de Sao Paulo y copartidario de la presidente Dilma Rousseff, dijo que las tarifas no van a ser alteradas a pesar de las protestas y justificó que el reajuste quedó debajo de la inflación.
“Además, la Alcaldía aporta R$ 600 millones en un subsidio, sin esto el valor del pasaje hoy sería de R$ 3,40”.
Para tener una idea de lo que eso significa, una persona que gana el salario mínimo en Brasil y toma apenas dos buses al día, gasta en transporte público el 25 por ciento de su salario.
Para Santoro, no hay un oportunismo político en las protestas. “La protesta ha sido contra diferentes autoridades y ha tocado a diversos partidos. El problema de fondo es que los partidos políticos, de gobierno o de oposición, no logran atender las demandas de la sociedad y las empresas de transporte son muy influyentes a la hora de defender sus intereses”.
Santoro explica la presencia masiva en las protestas al proceso de maduración del pueblo brasileño, que está cada vez más inquieto y crítico. “Además, no podemos olvidar el contexto internacional de protestas en varios países y que motivan también a otras sociedades. Ayer por ejemplo los manifestantes gritaban “Aquí es Turquía”, concluye.
El otro protagonista de las marchas fue la violencia. El martes hubo actos de vandalismo que enlodaron la participación mayoritariamente pacífica, y el jueves el turno fue para la represión policial. El uso de gas lacrimógeno y de balas de caucho terminó disipando la multitud, y en varios relatos de periodistas y manifestantes consta que la Policía Militar acorraló a los manifestantes y reprimió sin necesidad. El propio Hadad reconoció que hubo exceso en la actuación policial.
El investigador de seguridad pública de la organización Viva Rio, Fabiano Monteiro, dice que cualquier exceso del uso de la fuerza tendrá que ser investigado. “Sabemos por nuestro trabajo en conjunto con la policía que ha habido una inversión en equipos y entrenamiento para uso progresivo de la fuerza, pero no sabemos en qué punto está la implementación de estos programas”.
Para Monteiro, las manifestaciones dejan translucir una crítica a ciertos aspectos del gobierno federal, por ejemplo, la realización de grandes eventos (Copa Mundo de fútbol, Olímpicos) y la aplicación de dinero público de forma no muy transparente por lo cual podrían inferirse motivaciones políticas.
Pero habrá que esperar antes de concluir si estas protestas se convierten en una ‘Primavera Tropical’, como algunos empiezan a especular, y si habrá impactos en las elecciones presidenciales. Por ahora, las marchas coinciden con una caída en la popularidad de la presidente Dilma Rousseff que en la semana llegó a 54,2 por ciento.
El Tiempo, 14 Junio 2013.