La tecnología suele asociarse a una herramienta del ahora y del mañana. Pocas veces se considera su poder transformador del pasado. Pero, como demuestran desarrollos recientes, el pasado -la Historia- puede ser reescrito por las potentes máquinas que ha inventado el hombre en el siglo XXI.
Así lo expresa con entusiasmo Xavier Rubio-Campillo, informático e investigador del Centro de Supercomputación de Barcelona, en conversación con BBC Mundo.
Rubio-Campillo acaba de llevar a cabo un estudio que demuestra que las computadoras son capaces de arrojar luz sobre las páginas borrosas de la historia mundial o, incluso, desmontar teorías que se creían definitivas.
En concreto, el investigador y su equipo aseguran haber demostrado que los soldados borbónicos que lucharon en la Guerra de Sucesión española (1701–1713) no eran tan desastrosos como cuentan los libros de historia, ni los ingleses tan certeros en sus tiros.
“Las simulaciones demuestran que la táctica y potencia de fuego de los ingleses no fue tan decisiva como los historiadores británicos nos han contado”, comenta Rubio-Campillo.
Aunque los historiadores tienen acceso a fuentes directas de la época, textos y dibujos no hacen fácil la tarea de figurarse cómo se desarrollaron las batallas en el terreno. Es ahí donde la tecnología viene a arrojar luz.
¿Cómo? El secreto de esta nueva herramienta, que podría revolucionar los métodos de trabajo de los historiadores, es la supercomputación.
O lo que es lo mismo, la posibilidad de aprovechar la capacidad de súpercomputadoras 10.000 veces más potentes que los que tenemos en casa para hacer simulaciones complejas de batallas, migraciones o flujos económicos con más variables de las que la mente humana es capaz de procesar.
“En general trabajamos con distintas áreas de humanidades y les pedimos que nos transmitan las preguntas que por los métodos tradicionales no se pueden contestar”, sigue explicando Rubio-Campillo.
La tarea que a una computadora normal le puede tomar un año, las que tiene el Centro de Supercomputación de Barcelona pueden hacerla en tres días.
El comportamiento de los soldados en la Guerra de Sucesión es sólo un ejemplo. El catedrático de Historia Antigua José Remesal va a comenzar otra investigación que simulará la economía del Imperio Romano; en concreto, del comercio de ánforas, las vasijas alargadas empleadas como principal medio de transporte de alimento.
“Nuestro problema como seres humanos es que tenemos un límite de capacidad de manejo de datos y una serie limitada de variables. Uno puede estar pensando en tres a la vez, pero no en muchas más. Seguramente no tantas como las que, de hecho, actúan en la realidad”, dijo a BBC Mundo Remesal, también miembro de la Real Academia de Historia.
“Lo bueno de la gran computación es que nos permite manejar multitud de variables al mismo tiempo e interrelacionar los datos”, añadió.
En la psique de los soldados del siglo XVIII
En efecto, la supercomputación otorga al que la usa un enorme poder de cálculo. Algo de importancia vital en ejercicios tan complejos como la simulación del comportamiento humano.
Por ejemplo, en el estudio del Centro de Supercomputación de Barcelona le dieron a los soldados borbónicos una altura media, así como una preparación y un tipo de nutrición distinta que a la de los británicos.
Cambiando pequeñas variables llegaron a similar 4.000 escenarios distintos, que tenían en cuenta también que las decisiones individuales de cada soldado pueden ser distintas: algo muy importante de la herramienta es que puede añadir heterogeneidad a los grupos de soldados.
Aun así, Rubio–Campillo dice haberse topado con expertos que son recelosos de estas nuevas técnicas.
“Hay sastres que cortan con máquina eléctrica y otros que usan tijera. Lo que no cabe duda es que cuando se difunda esta técnica y la gente vea las posibilidades de juicio que se abren, se adaptarán o buscarán trabajar con ella”, vaticina el historiador José Remesal.
“Al ser pionera tiene pocos resultados, pero cuando se empiecen a ver resultados estoy seguro que habrá más gente que quiera utilizarla”, concluye.
Fuente: (BBC)