La bipolaridad una enfermedad mental con dos fases características: la maniática y la depresiva. En la primera se experimenta euforia e hiperactividad, que influyen en el aumento del deseo sexual; en la segunda, el deseo sexual disminuye. Por ello la vida sexual de quienes padecen este desorden puede ser complicada; además de afectar la libido puede provocar impotencia, anorgasmia y retraso en la eyaculación.
“Durante las fases maniacas se produce un aumento de la producción de una sustancia cerebral denominada dopamina que es el neurotransmisor de la motivación, el que nos impulsa a hacer cosas nuevas, y es también fundamental en la excitación sexual. La fase maniaca por tanto, aumenta la excitabilidad seual, mientras que la depresión la disminuye”, explica Eduard Vieta, jefe de Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínic y profesor de la Universidad de Barcelona.
La promiscuidad e hipersexualidad que ocurren en las fases maniacas de un bipolar, afectan la vida social de éste; complican las relaciones de pareja, incluso las amistosas y familiares. Por otra parte, la disminución del impulso sexual durante las fases depresivas provocan baja autoestima y reducen la calidad de vida.
Los fármacos son necesarios para controlar la bipolaridad y en ocasiones también afectan la vida sexual debido a sus efectos secundarios, como impotencia, anorgasmia, o retraso de la eyaculación; pero es posible evitar estas molestias cambiando el tratamiento.
El trastorno bipolar es una patología común cuyos efectos deben ser tratados. La Psiquiatría ha avanzado mucho los últimos años para combatirla, y es tratada desde una perspectiva multidisciplinaria.
Fuente: (Avant Sex)