Cuando pensamos en el futuro, pocas veces consideramos que estaremos en posiciones donde nunca antes los humanos estuvieron, ni siquiera nuestros padres: el Internet y la tecnología cambiaron el mundo tan rápido que apenas comenzamos a acostumbrarnos a algo cuando ese algo cambia inesperadamente todo otra vez. El sexo y la educación sexual no son excepciones.
Así, mientras la estrella porno Aurora Snow escribió una carta a su futuro hijo explicando las razones por las que entró a la industria, asumiendo de antemano que ese niño crecerá y podría ver el curriculum de su madre, la escritora Emily Southwood se enfrenta a una circunstancia futura pero similar: ¿cómo hablarles a los niños sobre la pornografía, a la que de cualquier manera estarán expuestos tarde o temprano, y cómo hacerlo de manera amorosa y sana?
Southwood está casada con un camarógrafo de la industria del cine para adultos, y a decir suyo, “el porno me trajo reacciones extremadamente conflictivas. Por un lado, me considero sexualmente liberal y deseosa de aceptar todas las facetas de la sexualidad. Por otro lado, encuentro la pornografía, en el mejor de los casos, pegajosa, y en el peor, degradante.”
No se trata simplemente de colocar candados a los navegadores ni de prohibir ciertas páginas para adultos: al igual que nosotros hicimos con respecto a la generación de nuestros padres, el aprendizaje tecnológico supera nuestra capacidad de crear pautas adecuadas de educación como sociedad responsable, que responde a su momento histórico. En otras palabras: los niños siempre son más listos que sus padres.
“Así que cuando se trata de material para adultos”, escribe Southwood, “he considerado que algún tipo de involucramiento en la exposición de nuestros hijos en el porno podría ser una versión de ‘si vas a tomar alcohol, preferiría que lo hicieras sobre mi techo.’”
Naturalmente, Southwood no espera mostrarle ella misma las páginas, los nombres de las estrellas porno y los numerosos y siempre crecientes géneros, “lo cual tampoco sería para él una charla amena.” Pero hay algunas cosas que los futuros adultos (y nosotros, en el caso de que seamos padres o incluso como usuarios del Internet) deben saber. La autora escribe:
“Quiero dejarle absolutamente claro el hecho de que el porno representa fantasías actuadas por intérpretes pagados… Que sepa que la pornografía no es a menudo como ocurre el sexo: con poco o nada de juego previo o discusión…. Tal vez, antes que otra cosa, deseo que entienda la idea de consentimiento. Un actor en una película ha dado su permiso por escrito para realizar cierta acción… Aunque las estrellas porno aparezcan sometidas o dominantes, sus posiciones en el mundo real no son iguales.”
El objetivo común de esta educación, de la cual aún muchos de nosotros debemos aprender (dejar claro que la pornografía es una fantasía y no una pauta) es que “con este entendimiento, él se volverá el tipo de hombre que tiene el mayor respeto por sí mismo y por otros en la habitación”, una meta con la que sin duda todos podemos identificarnos en nuestro papel para educar a las futuras generaciones.
Fuente: (Avant Sex)