En Halloween tenemos la costumbre de ponerles caras a las calabazas, ponerlos donde la gente los pueda ver y al final los tiramos a la basura.
Las famosas calabazas de Halloween son ejemplares del desperdicio de comida a nivel global. El sistema industrial de alimentos global usa muchísimos de los recursos del planeta para alimentar de más a billones, deja a 1 de cada 8 personas en el mundo severamente desnutrido y permite que una tercera parte de toda la comida producida para el consumo humano se desperdicie.
Todos los años puedes observar en ciertas calles cómo usan las calabazas para decorar las entradas de sus casas, algunos ponen uno y otros ponen hasta 5. Y si sobreviven los días festivos y nadie los vandaliza, terminan en la basura.
Al tirar las calabazas, no sólo estamos desperdiciando la calabaza en sí, también estamos desperdiciando todos los recursos que se usaron para cultivarlo–agua, pesticidas, fertilizantes y toda la energía que se usó para plantarlo, cosecharlo, transportarlo y finalmente, almacenarlo. Al descomponerse emite gas metano, uno de los responsables del efecto invernadero en el planeta.
Al tirar las calabazas, principalmente estamos desperdiciando alimento. Pero este desperdicio de comida en la sociedad no sólo se presenta en Halloween. El que pensemos que esta bien tirar una calabaza entera a la basura demuestra el poco respeto que tenemos por la comida y la tierra de dónde viene.
Aproximadamente 36 millones de toneladas de comida terminan en vertederos, pero este problema se encuentra en todo el mundo. Gente que vive en países industrializados en América del Norte y Europa desperdician entre 95 a 115 kilos de comida al año. Y en países de mayores ingresos la comida generalmente sigue siendo comestible cuando lo tiran.
Si respetáramos la comida y el trabajo necesario para producirlo, no lo desperdiciaríamos con tanta tranquilidad. Tenemos que ver la comida por lo que es: la energía del Sol transformada en algo delicioso que nos da la energía que necesitamos para todas nuestras tareas. Si todos llegáramos a esta conclusión, sería un primer paso a un sistema de alimentos que funcione a futuro.
Para ayudar a esta transición de consciencia hay una forma sencilla de lograrlo: fíjate de dónde viene la comida, cómo se cultiva y preparate una comida que hayas hecho desde ceros y luego comete las sobras.
Con la calabaza este año hay una gran variedad de formas que lo podrías preparar. Lo puedes cocer o hervir, puedes hacer pastelitos de calabaza, o un pay. También puedes hacer galletas o una sopa. La calabaza es una excelente fuente de alimento.
Al comerte la calabaza le estas rindiendo homenaje al alimento y a los que se esforzaron para que tú lo pudieras consumir y a la vez estas dejando de desperdiciar.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.