Craig Jarrow es un ninja de la administración del tiempo y esta consciente de que siempre estamos mintiendo sobre el tiempo: Ahorita llego. En un minuto. Me contacto contigo hoy. Dame un segundo. Terminaré en unos minutos. Me voy en 5 minutos.
Esta clase de frase puede llevarnos a ser patológicamente optimistas, en especial cuando le prometes algo a tu jefe o a algún colega que no puedes cumplir. O por otra parte, si cumples, pero tras sacrificar otras partes del trabajo.
El problema es que subestimamos el tiempo que necesitamos y nos comprometemos con tiempo que no tenemos.
Hasta existe una ley ingeniada por el matemático Douglas Hofstadter, que dice:
Cualquier tarea que planees completar siempre tomará más tiempo de lo que esperas–aún tomando en cuenta la ley de Hofstadter.
Por qué somos pésimos contando el tiempo
Según las investigaciones de Jennifer T. Coull, Ruey-Kuang Cheng y Warren H. Meck, no podemos percibir el tiempo como percibimos los colores, las formas u olores. “No tenemos receptores sensoriales dedicados para percibir el tiempo,” escriben. “Es una sensación casi intangible.” Pero esa intangibilidad tiene unos efectos bastante tangibles.
Por ejemplo: constantemente subestimamos el tiempo que nos toma terminar una tarea, según la ley e Hofstadter. Tardamos mucho más de lo que calculamos, especialmente cuando no hemos dominado a la perfección dicha tarea. Igualmente, si anticipamos que las cosas van a tardar, tardarán mucho más de la misma forma que si tu vuelo llega antes, llegará unos 10 minutos temprano, pero si llega tarde, podría atrasarse por 10 horas.
Más tiempo, más problemas
Hacemos cosas bien ridículas con nuestra concepción del tiempo.
Tenemos juntas una tras otra, que casi nos garantiza que llegaremos tarde a cualquier otra cita subsecuente.
No tomamos en serio fechas límite, que deja a todos insatisfechos.
Agendamos todo al mismo tiempo, con la ingenua idea de que podremos asistir a tres juntas al mismo tiempo.
Regalamos tiempo que no tenemos. En lugar de enfocarnos en lo que estamos haciendo, nos distraemos con otras cuestiones. Aquí un ejemplo:
Alguien te pregunta “¿me regalarías un minuto?”. Aceptas aunque estés en medio de otro asunto o tengas que estar en otro lado. No puedes prestar tu atención completa ya que tienes la cabeza en el otro lugar donde deberías de estar en ese instante. Es mejor que des una cita para un momento que puedas enfocarte totalmente en lo que te piden.
Menos problemas, más tiempo
Podemos corregir nuestra “ceguera de tiempo”. En lugar de permitir que las distracciones nos ataquen cuando alguien tenga un problema, podemos asignar un momento en nuestra agenda un tiempo para corregir estos problemas. Así, los imprevistos no ocuparán tiempo adicional en tu horario.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.