La pérdida de peso, además de mejorar la calidad de vida de mujeres con obesidad mórbida -aquellas con sobrepeso severo, cuyo índice de masa corporal es mayor a 40-, generaría un “efecto dominó” favorable entre sus allegados con igual problema.

De acuerdo con especialistas del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), bajar unos kilos, además de reducir riesgos de mortalidad y gastos destinados a la compra de alimentos con alto contenido calórico, tendría efecto benéfico entre personas cercanas que tienen igual problema que quien logra ese propósito.

Datos de la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2012 revelan que al menos tres por ciento de la población mexicana padece obesidad mórbida o grado 3, el mayor en la clasificación de esta afección establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Para reducir estas cifras, la doctora Martha Kaufer Horwitz, investigadora de la Clínica de Obesidad y Trastornos de la Conducta Alimentaria del INCMNSZ, propone que las políticas de atención a la obesidad mórbida incluyan estrategias integrales con apoyo alimentario, psicológico y de actividad física, con el propósito de fomentar la adherencia a un buen tratamiento para bajar de peso.

La especialista, quien dirige el proyecto desde 2012, explicó que una persona tiene obesidad severa cuando su índice de masa corporal es de 40 ó más en relación al rango normal, que oscila entre 18.5 y 24.9, y esta medida dependerá del peso y talla del individuo. Para quienes padecen diabetes o hipertensión presentan una condición mayor o igual a 35.

En las mujeres, comentó, el problema es mayor porque llevan una vida más sedentaria y por cuestiones genéticas tienen más cantidad de grasa corporal, en comparación con los varones, por lo que sufren más sobrepeso u obesidad y por tanto aumenta el riesgo de padecer el llamado síndrome metabólico.

Kaufer Horwitz enfatizó que el estudio busca nuevas alternativas de tratamiento centradas en este género de la población, las cuales sugieren que la pérdida de peso podría generar un “efecto dominó” sobre las personas allegadas con el mismo problema.

Con estas referencias y al saber que las mujeres desempeñan una función importante en el hogar, pues son responsables de adquirir los alimentos y de las estrategias para destinar el gasto dentro del núcleo familiar, la investigación está dirigida a este sector de la población mexicana.

El estudio, detalló, consiste en reunir a 300 candidatas para involucrarlas en diferentes actividades “muy sencillas” y encaminadas a dos esquemas de tratamiento. El primero es un sistema tradicional de tratamiento con base en una dieta estructurada y menor consumo de calorías.

Un segundo grupo de mujeres recibe consejos para aprender a ahorrar dinero al evitar el consumo de alimentos y bebidas con alto contenido calórico, además de recomendaciones generales para ingerir sólo un pan o una tortilla en cada comida.

Tras agrupar la pérdida de peso por grupos, ambos recibieron sugerencias para realizar actividades físicas, sesiones grupales a fin de compartir experiencias y apoyo de expertos en endocrinología, nutrición y psicología durante un año.

La titular del proyecto destacó que a 18 meses de haber iniciado, han participado más de 130 mujeres y en ambos grupos hay quienes en seis meses perdieron alrededor de 25 kilogramos.

Es una situación que representa un desafío para el sector salud, pues la obesidad y sus problemas de salud asociados, como enfermedades cardiovasculares y diabetes, mantienen un impacto negativo sobre la población mexicana.

“La mejor dieta no sirve si no se puede cumplir, por eso apostamos más a proporcionar herramientas sencillas para modificar el estilo de vida de cada paciente y lograr el apego al tratamiento”, expresó Kaufer Horwitz.

La investigadora prevé que quienes participan en el segundo grupo consigan ahorrar entre cien y mil calorías, así como seis y 40 pesos correspondientes a botanas y golosinas. “Lo relevante es que estás mujeres puedan replicar esta actividad al interior del hogar y, por tanto, el ahorro monetario aumente en relación con el número de integrantes y días”.

Cada paciente podrá destinar todos sus ahorros a la satisfacción de sus necesidades, por ejemplo, algunas elegirán gastarlo en cortarse el cabello, hacerse manicure, compartirlo con sus hijos, guardarlo para una eventualidad o establecer un negocio, por ejemplo, indicó la entrevistada.

Los resultados preliminares podrían darse a conocer durante el primer semestre de 2014, y al finalizar compartirlo con diferentes instituciones de salud para aplicarlo de una manera sencilla e integral en pacientes de este tipo.

Pese a que los criterios para participar son estrictos, la nutrióloga exhortó a formar parte de la investigación que analiza los efectos en quienes padecen obesidad mórbida y su influencia social sobre la pérdida de masa corporal.

En el estudio financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), también participan la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y economistas del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) que desarrollan un programa de costo-efectividad para conocer cuánto se puede ahorrar en materia de salud.

México, 9 Mar. (Notimex).