Cuando los guionistas crean un personaje de una mujer compleja ¿la convierten forzosamente en una mujer ‘complicada’ que tiene un desorden emocional? Psicólogos y críticos de cine debaten sobre la forma en la que se representan los trastornos emocionales en mujeres y en hombres en la gran pantalla
Erika vive con su madre y es profesora de piano en un prestigioso conservatorio de Viena. Una mujer con unos modales geométricos, como si los hubiese confeccionado ella misma con escuadra y cartón. Educada, severa, inflexible, rígida, hermética y aparentemente puritana. Después de dar clase, acude a una sala de cine X donde se encierra en una cabina a ver películas porno mientras huele los pañuelos con semen de los anteriores visitantes. Tiene por costumbre automutilarse y sueña con ser violada por un hombre, uno que haga con ella lo que él desee, incluso cuando ella diga que no.
Norman renta un pequeño motel de carretera. Es joven, retraído, introvertido, con unas habilidades sociales imberbes y torpes. Vive anulado por la personalidad de su madre, que le ha inculcado que las mujeres y el sexo son demoníacos. Precisamente por esto, Norman las mata.
Ambos son personajes de películas: ‘La pianista’, de Michael Haneke, y ‘Psicosis’, de Alfred Hitchcock. Y ambos han sido dominados por sus respectivas madres, una figura opresora que ha abusado de ellos, los ha castrado emocionalmente. Tanto Erika como Norman aman a sus madres tanto como las detestan. Sin embargo, ella manifiesta su trastorno de manera interna, autodestructiva, mientras que él lo exterioriza, es destructivo con los demás, no consigo mismo.
«La asociación cine y locura se remonta a los albores del cine, y es cierto que los asesinos en serie o los trastornos asociados al crimen y a la violencia suelen ser representados por hombres, desde ‘M, el vampiro de Düsseldorf’ hasta ‘Zodiac’», opina Carlos Reviriego, crítico de cine de ‘El Cultural’. «Tendemos a invalidar las opiniones de una mujer cuando intuimos un trastorno en ella o pensamos que ‘está de la olla’. Con un hombre, nos atrevemos a expresar ese juicio cuando lo vemos cometer un acto criminal. Hay una idea de que ella es la receptora, la asesinada, la loca, y él, el activo, el asesino, el violento», explica Sergio García, psicólogo experto en Artes Audiovisuales y Escénicas. «A menudo se aplican características ‘pasivas’ a las mujeres y ‘activas’ a ellos. De esta manera, los trastornos en los que hay un sufrimiento corporal o de pensamiento son para ellas, y cuando es un trastorno del comportamiento suele ser para los varones», añade.
Conductas erráticas
‘La herida’ y ‘Stockholm’, ambas españolas, son dos de las últimas películas que tratan un desorden emocional en una chica. En la primera se trata del trastorno de personalidad límite: Ana miente y roba y miente, y se autolesiona con una cuchilla. Eso la alivia, porque no se soporta y así se castiga. La segunda empieza como un ligue de una noche. El chico se enamora, o eso dice; la chica no parece interesada, pero acaba pasando la noche con él. A la mañana siguiente, él ha perdido todo el interés, y ella, al ver su cambio de actitud, comienza a mostrarse errática y tiene respuestas autodestructivas. Tan impulsiva y frágil a la vez, como Ana.
Fernando Franco, director de ‘La herida’ y ganador del Goya al Mejor Director Novel por esta película, asegura que en su caso se debe a que «el trastorno que padece el personaje es más frecuente en mujeres que en hombres, según muestran las estadísticas». «Además, en mis películas me gusta centrar el punto de vista en un personaje femenino», añade.
El psicoterapeuta Luis Muiño, experto en trastornos de ansiedad y depresión, destaca dos razones por las que considera que la mayoría de las personas desequilibradas en series y películas son mujeres: «La mayoría de los directores y guionistas son hombres, por lo que, desde su punto de vista, las mujeres son las que causan los problemas en casi todas las historias. La segunda es que para el espectador es más fácil sentir empatía por una mujer con problemas de salud mental que por un hombre». El psicólogo Sergio García comparte esta visión: «Tanto hombres como mujeres padecen trastornos emocionales casi por igual, pero están ‘mejor vistos’ en ellas, quizá porque estamos más habituados a verlos en la parte femenina. Hasta hace poco se pensaba que había más mujeres compradoras compulsivas que hombres, y se demostró que estaba sesgada la forma de evaluar. En realidad, el porcentaje es similar».
‘Genio’ e ‘histérica’
Aunque pueda parecer que las ‘trastornadas’ en el cine son siempre ellas, lo cierto es que «no hay más que echar un vistazo a la lista histórica de ganadores del Oscar a Mejor Actor para encontrarse una buena colección de personajes masculinos con trastornos», tal y como explica Juanma Ruiz, crítico de cine en la revista ‘Caimán’. «Pero lo importante quizá es el modo en que son representados esos trastornos», matiza.
Ruiz hace referencia a las diferencias entre ‘genio’ e ‘histérica’: «Es posible que las mujeres acaben mostrando un perfil similar al de Bree de ‘Mujeres desesperadas’: una persona obsesivo-compulsiva, maniática, obsesionada con el control. En definitiva, la mujer que ‘está de los nervios’, una expresión que, sin duda, se utiliza más al hablar de ellas que de ellos». Pero ahí tenemos al autista-genio en ‘Rain Man’, al doctor House, a Rust Cohle (‘True Detective’) o a Nash (‘Una mente maravillosa’). En todos estos personajes, de manera implícita o no, hay una relación de causa-efecto entre inteligencia y trastorno psicológico. «Es una idea muy extendida. Hasta hace no mucho se pensaba que la psicoterapia era un impedimento para que los genios se desarrollasen, porque al quitar el ‘problema’ también desaparecían las características intelectuales», explica Sergio García.
Quizá la cuestión no resida en la clásica visión hombre/mujer, sino en los roles masculino/femenino. «Sí hay cierta representación de la mujer como histérica, sobre todo en el cine comercial, en el alternativo mucho menos. Y creo que este papel, más que en mujeres, se ve en roles femeninos. Hay muchos ejemplos de hombres homosexuales a los que caracterizan de ‘histéricas’», desvela Paula Bordonada programadora en la Filmoteca Española (cine Doré) y también crítica de cine. El psicólogo Sergio García señala también que «en la mayoría de películas en las que el ‘loco emocional’ es él, en realidad es una ‘ella’ latente. La feminidad de Norman Bates es un ejemplo de esto».
«El cine es un reflejo de la sociedad, y nadie puede decir que los personajes de estas películas no estén logrados», afirma Ana Hernández, socióloga y experta en teorías de género. ¿Se le puede exigir a los directores de cine que olviden las diferencias de género? «Posiblemente no», responde, «ni tampoco podemos juzgar películas creadas en un contexto determinado según la visión actual. Pero sí nos sirve para pensar por qué seguimos perpetuando una idea ‘freudiana’, que es la de la histeria, de una manera tan natural. Algo pasa cuando al ver una producción audiovisual comercial la sensación que nos queda a las mujeres, por lo general, es la de por qué las ‘locas del coño’ somos siempre nosotras».