Tener hambre la mayor parte del tiempo no es precisamente una necesidad fisiológica, sino un apetito resultado de la ansiedad conocido como hambre psicológica, y para Rubén Bravo, portavoz del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO) y experto en nutrición, reconocerla es vital para dejar de comer en exceso.
“Para muchas personas con sobrepeso –dice Bravo- la cuestión no es qué comer, sino cuándo parar de comer”, y recuerda que hoy la gente consume muchas más calorías de las que necesita, unas 3.437 en promedio por persona, aun cuando la mayoría de las mujeres y los hombres no necesitan más de 2.000 o 2.500 al día, respectivamente.
Es importante saber distinguir entre el hambre que surge a raíz de una necesidad del cuerpo y la ansiedad. A esta última, Bravo la describe como el “hambre psicológica”, que puede ser estimulada por las emociones, la tendencia depresiva, la glotonería o el simple aburrimiento.
El primer paso para hacerle frente a la ingesta excesiva, es asegurarse de no tener hambre comiendo pequeños bocados o entremeses, entre cinco y siete veces al día.
“Las personas que se ven obligadas a desayunar o cenar muy temprano o muy tarde, deberían aumentar las ingestas habituales con aperitivos, que pueden ser un yogurt antes de ir a la cama, y una pequeña porción no calórica a media mañana”, añade Bravo. “El hambre producida por el ayuno es aliada de la ansiedad y los atracones”, dice.
Planea tus comidas
Bravo insiste en la importancia de planificar la alimentación para no improvisar cuando el hambre ataque. Eso incluye llevar una lonchera con fruta, un bocadito y yogur al trabajo, en lugar de sacar paquetes de la máquina expendedora.
Otra de las formas de aumentar la saciedad a lo largo del día es consumir siempre proteínas, carbohidratos y grasas saludables en cada comida principal; por el contrario, es conveniente “evitar los dulces y los hidratos de carbono simples o refinados que no sean integrales o con un alto contenido en fibra”, señala.
Para rebajar la ansiedad, el IMEO recomienda no saltarse las comidas y evitar dietas impersonales, demasiado estrictas o que limiten la vida social, porque a largo plazo fracasan.
Siéntase más lleno
De acuerdo con el IMEO, el indicador más claro de una ingesta impulsiva es comer rápido, sin saborear la comida y terminar en pocos minutos con el plato. A este se suman el consumo de porciones enormes y el picoteo en exceso antes de los platos principales, comportamiento común entre las personas que llegan a su casa de trabajar en las noches.
¿Cómo actuar cuando ataca la ansiedad?
Intenta comer despacio mientras logras tomar el control de la situación; escoge primero los alimentos proteicos, que tienen mayor poder de saciedad.
¿Cómo aumentar la sensación de saciedad?
Si se controlan siempre las cantidades grandes de comida y se evitan las comilonas, mejora la rigidez gástrica. Cuando se come en exceso, el estómago se dilata y estimula mecanismos situados en sus paredes, que transmiten información a una zona llamada “centro de la saciedad”, que es una de las encargadas de indicarle al cuerpo que ya comió bastante. Si se acostumbra al estómago a recibir las cantidades justas de comida, se volverá más rígido y será mucho más fácil controlar el apetito.