
Cepillado en seco: el ritual de belleza que muchas juran que transforma la piel
Cada vez más presente en el radar del self-care, el cepillado en seco ha dejado de ser un secreto entre entusiastas del wellness para convertirse en un ritual de belleza que promete suavidad, luminosidad e incluso bienestar emocional. Aunque la técnica existe desde hace siglos, hoy se habla más que nunca de sus beneficios—y de cómo incorporarla sin dañar la piel.
El cepillado en seco, como su nombre lo indica, consiste en pasar un cepillo de cerdas firmes sobre la piel seca, generalmente antes de bañarte. Según la dermatóloga Geeta Yadav, este método ayuda a eliminar células muertas, mejora la textura de la piel y estimula la circulación. También puede contribuir al drenaje linfático de manera indirecta, ayudando a liberar toxinas y reduciendo la sensación de hinchazón. Algunas personas incluso aseguran sentir un “efecto detox” inmediato.
¿Es realmente efectivo? La dermatóloga Marisa Garshick recomienda el cepillado en seco si tu piel es normal y saludable, y si estás buscando una exfoliación física que además te brinde un momento de conexión contigo misma. Eso sí: no es apto para pieles sensibles o con condiciones como eczema o psoriasis, ya que podría agravar la irritación.
Otro beneficio inesperado es su efecto calmante. Gracias a su ritmo repetitivo, el cepillado puede activar el sistema nervioso parasimpático, ayudándote a reducir el estrés. Así que sí: este ritual puede ser tan mental como físico.
¿Cómo se hace?
La técnica correcta es clave. Inicia por los brazos con movimientos cortos y ascendentes que se alargan poco a poco. Continúa con el abdomen y las piernas, siempre cepillando hacia el corazón para seguir el flujo linfático. Toma entre 5 y 10 minutos y no se recomienda hacerlo todos los días—una a tres veces por semana es suficiente.
¿Y el rostro? Aunque existen cepillos especiales para esa zona, los dermatólogos coinciden en que hay mejores opciones de exfoliación facial, menos abrasivas.
Errores comunes
Evita presionar demasiado: el cepillo ya es firme y debe sentirse estimulante, no agresivo. Lávalo regularmente para evitar acumulación de bacterias (una vez a la semana es lo ideal), y sobre todo, escucha a tu piel. Si se enrojece o duele, es mejor parar.
Aunque no se trata de una solución milagrosa, el cepillado en seco puede ser una forma sencilla de mejorar la textura de tu piel y darte un momento de cuidado personal. A veces, eso es más que suficiente.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.