Desde que empiezas a salir a fiestas en la universidad (incluso antes para algunos) hasta las bodas y eventos de recaudación de fonods, el alcohol siempre esta presente en tu vida. Generalmente al alcohol lo verás acompañado por su hermana menos popular: la cruda. Dolor de cabeza y un malestar general son el resultado de pasarte de copas la noche anterior, pero a lo largo de tu vida cambia la cruda y la manera de curarla.

En tus 20….

Te despiertas después de dos horas de sueño y sientes que tu cabeza se va a partir en dos. Inmediatamente buscas el alimento más barato y grasoso que encuentres. Después de algo de comer y una cerveza, te sientes mucho mejor y ahora puedes aprovechar tu energía para cosas más importantes.

En tus 30…

Todo en tu cuerpo te duele, sientes nauseas y te regañas porque sabes que nadie más tiene la culpa. Bebes un vaso enorme de agua algo con sabor, te pones un sombrero, unos lentos y buscas algún jugo que te cure la cruda. Intentas hacer ejercicio, pero te mareas y llegas a tu casa para quedarte inconsciente en tu sillón. Pides comida a domicilio y te quedas dormido por el resto de la noche a las 8.

En tus 40…

Te despiertas y juras que estuviste en un accidente o que un camión te atropelló, pero luego te llega ligeramente un recuerdo de anoche donde preguntabas que quién quería otra. Sales a comer y pides que te traigan la comida inmediatamente. Mientras comes, discutes con tu pareja dónde es un buen lugar para un masaje porque ambos se lo merecen. Al final del día, con todo y el dolor persistente que has sentido todo el día, juras que nunca lo volverás a hacer. Pasa al menos un mes antes de que te vuelves a encontrar en la misma situación.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.