Es malo andar con pura negatividad todo el tiempo, pero el otro lado de la moneda, siendo positiva constantemente sin balance, también puede ser malo, lo que se le conoce como positividad tóxica.

Claro, es importante sacar las cosas que traes dentro, al igual que no enfocarte en lo negativo de la vida. Pero lo importante es encontrar balance y no caer en ninguno de ambos extremos.

¿Entonces cómo encontrar balance entre emociones?

Deberías de poder quejarte cuando sea necesario, pero sin exagerar, al igual que deberías de poder expresar tu positividad de manera productiva cuando importa.

Aquí compartiremos contigo tres estrategias simples para encontrar tu balance:

Ponle una acción

Si necesitas desahogarte, hazlo, pero acompaña los quejidos con una idea de cómo mejorar lo que te está frustrando. Esto te ayudará a pensar de manera crítica sobre la situación y entender tu papel en terminar o perpetuarlo.

Así que quéjate de lo que te está molestando, y el siguiente paso puede ser silenciar a la persona que te está irritando en redes sociales, para dar un ejemplo.

Siempre hay algo que puedes hacer, incluso si esa acción puede incomodarte o requiere esfuerzo, como levantarte temprano para salir a correr temprano para empezar el día más feliz con unas endorfinas.

Empieza y termina con lo bueno

Si buscas optimismo, hazte un sandwich de positividad. Es simple: empiezas y terminas cada conversación con algo que te ponga de buenas.

Practica la gratitud sin silenciar las cosas que te molestan. Reprimir tus emociones siempre hará que las cosas se sientan peor al final, pero igual no hay que dejar la positividad a un lado.

Di lo que necesitas

Las relaciones pueden sufrir si siempre te quejas con otros sobre tus problemas con alguien y no tienes una meta al respecto. Piensa como cuando te estás quejando de algo con una amiga y al final te responde con “no sé qué quieres que te diga.”

Primero fíjate en el momento y preguntale a tu amiga si no le molesta escucharte un poco, ya que es posible que esté pasando por algo ella. Luego se específica cuando te quejes.

Esto puede ser tan sencillo como llegar y decir “oye, necesito desahogarme un poco, ¿puedo?” o “pasó esto hoy y me gustaría saber tu opinión.” De esta manera puedes estar segura que están dispuestos a oírte y puedes dejarlo todo salir ya con consentimiento. Además, dejas claro si necesitas un consejo o simplemente alguien que te escuche.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.