El instante que algo dulce toca tu lengua, tus papilas gustativas le dicen a tu cerebro que es delicioso. En cambio, tu cerebro libera dopamina. Mientras tanto, el azúcar que acabas de tragar aterriza en tu estomago donde se diluye por tus jugos gástricos y luego es enviado a tu intestino delgado. Enzimas comienzan a descomponer el azúcar en dos tipos de moléculas: glucosa y fructosa.
La mayoría de los azúcares son elaboradas a través de la caña de azúcar y esta divida equitativamente entre glucosa y fructosa. El azúcar procesado, sin embargo, frecuentemente tiene más fructosa procesada que glucosa.
Con un consumo constante, estas moléculas tienen un gran impacto en nuestros cuerpos.
Glucosa
- Se filtra en las paredes de tu intestino pequeño, causando que tu páncreas que secrete insulina.
- Pero muchos dulces están cargado con tanta glucosa que abruman tu cuerpo, lo que te presta a tener una energía excesiva por un rato. Tu cerebro contrarresta este efecto liberando serotonina que regula el sueño.
- La insulina también para la producción de leptina, una hormona responsable de enviar el mensaje a tu cerebro de que ya fue suficiente comida. Mientras más insulina se libere en tu cuerpo, más hambre tendrás, aunque ya estés lleno.
- La insulina también se encuentra en tu cerebro, lo cual podría terminar desarrollándose en Alzheumers a la larga. Nuestro cerebro deja de producir dopamina, abriendo paso para antojos incontrolables y una neuroquímica parecida a la de un adicto.
- Si sigues consumiendo tanta azúcar, tu páncreas dejará de liberar tanta insulina ya que tus células se han vuelto resistentes a ella, dejando toda esa glucosa flotando en tu torrente sanguíneo, causando pre-diabetes que podría volverse en diabetes de plano algún día.
Fructosa
- También se filtra en el intestino delgado, entrando a tu torrente sanguíneo y directo a tu hígado.
- Tu hígado metaboliza la fructosa, pero es abrumado fácilmente, especialmente si consumes demasiada azúcar. Con el tiempo, el exceso de fructosa puede crear globulos de grasa que crecen en tu hígado, un proceso llamado lipogenesis, el precursor de una enfermedad de hígado.
- Demasiada fructosa en el cuerpo también disminuye el nivel de colesterol bueno y fomenta la producción de trigliceridos, una especie de grasa que puede migrar de nuestro hígado a nuestras arterias, incrementando las posibilidades de un paro cardiaco o un derrame.
- Tu hígado envía una S.O.S para más insulina. Abrumado, tu páncreas se encuentra en sobremarcha, lo cual puede resultar en una inflamación del cuerpo entero y en cambio te pone en riesgo de diabetes u obesidad.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.