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Cada año mueren más de dos millones de personas por los efectos de la contaminación del aire, según un nuevo estudio.

Se calcula que 2,1 millones de personas mueren por el incremento de las partículas finas (PM2,5), mientras que otros 470.000 fallecen a consecuencia del incremento de la contaminación por ozono, ambos provocados por el hombre.

Jason West, uno de los autores del estudio que se publicó en la revista Environmental Research Letters, dijo: “La contaminación del aire en exteriores es un problema importante y es uno de los factores de riesgo ambiental para la salud más importantes”.

La zona este de Asia es una de las más afectadas: los investigadores calculan que cada año mueren prematuramente más de un millón de personas a causa de la contaminación por PM2,5 y 203.000 por la contaminación por ozono.

La India tiene la segunda tasa más alta de mortalidad por contaminación atmosférica y han calculado que en promedio mueren 397.000 personas por la polución de partículas finas y 118.000 por ozono.

La contaminación también ha impactado en el sureste asiático, con un promedio de 158.000 muertes por PM2,5 y 33.000 que se atribuyen al ozono.

Europa presenta una tasa ligeramente menor de decesos por PM2,5 (en promedio 154.000) y 32.000 muertes prematuras relacionadas con el ozono, mientras que en América del Norte murieron en promedio 43.000 personas por partículas finas y hubo 34.400 muertes relacionadas con el ozono.

West y sus colegas usaron un conjunto de modelos climáticos de química atmosférica mundial para calcular las concentraciones de PM2,5 y de ozono.

Las partículas finas (polvo, hollín, humo y gotas de líquidos diversos) miden menos de 2.5 micrómetros de diámetro. Son particularmente peligrosas para la salud humana porque pueden alojarse profundamente en los pulmones, provocar cáncer y enfermedades respiratorias, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés).

El ozono a nivel del suelo se crea por medio de las reacciones químicas provocadas por la luz del sol entre los óxidos de nitrógeno y los compuestos orgánicos volátiles (COV), señala la EPA.

En el estudio también analizaron los efectos del cambio climático en la agudización de la contaminación del aire y compararon los modelos climáticos del 2000 con los de las épocas preindustriales (1850).

“En muy pocos estudios han intentado calcular los efectos de las modificaciones climáticas ocurridas anteriormente en cuanto a calidad del aire y la salud. Descubrimos que los efectos previos probablemente sean un componente menor al impacto general de la contaminación del aire”, dijo West, profesor adjunto del Departamento de Ciencias e Ingeniería Ambiental de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.

“En adelante, el cambio climático se agudizará y eso podría tener mayores efectos en la contaminación del aire”.

La investigación se suma a un creciente grupo de pruebas que revelan los efectos tanto humanos como económicos de la polución en todo el mundo.

En un reporte publicado recientemente en la revista médica británica, The Lancet, se descubrió que la incidencia de insuficiencias cardiacas aumenta cuando la contaminación se eleva. En la investigación, patrocinada por la British Heart Foundation, se concluyó que la reducción de las PM2,5 podría contribuir a la reducción de las hospitalizaciones por insuficiencia cardiaca en Estados Unidos y a ahorrar alrededor de 300 millones de dólares al año.

En otro estudio reciente en la revista Proceedings of National Academy of Sciences, destacaron los problemas de contaminación del aire en el norte de China, y establece que la esperanza de vida podría haberse reducido a cinco años y medio. Incluso en la Unión Europea, la contaminación del aire acorta en 8,6 meses la esperanza de vida, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Sin embargo, la tecnología para vigilar la contaminación del aire mejora constantemente, dice Roland Leigh, científico que estudia la calidad del aire en la Universidad de Leicester, en Reino Unido.

“Históricamente, hemos tratado de medir y gestionar físicamente la calidad del aire, de determinar la calidad del aire promedio en una ciudad completa. Ahora creamos sistemas que nos permitan gestionar la distribución de la calidad del aire al saber en dónde está la gente y qué están haciendo”, dijo Leigh a CNN.

Leigh agrega que los datos mejorados pueden ayudar a manejar la exposición de individuos sensibles (jóvenes, enfermos de asma, ancianos). Sin embargo, reconoce que el camino para lograr una mejor calidad del aire podría ser largo.

“Tenemos que reconciliarnos con el hecho de que en un ambiente urbano nos exponemos a las emisiones de nuestros sistemas de transporte. El sistema de transporte es esencial y por el momento no hay una forma económicamente viable de que no emita contaminantes”.

“Debemos manejar esas emisiones y la exposición con más inteligencia o cambiar la tecnología de nuestros autos”.

CNN