Las relaciones amorosas son una parte importante en nuestras vidas. A lo largo de nuestras vidas nos han enseñado que algún día tendrás que casarte, tener una familia y cuidarla. En la mayoría de los casos, sentimos esto como una obligación, la gente sin pareja añora encontrar a la persona perfecta para pasar el resto de su vida juntos.

Todo esto se vale y nos hace bien, el problema entra cuando la gente busca a su media naranja.

¿Alguna vez te has puesto a analizar esta frase? De entrada, implica una carencia en tu vida. Al decir que buscas a tu media naranja, estas diciendo que tú eres una media naranja, la mitad de un ser entero. No se enfoquen en la pura frase, porque aunque no existiera, esta sigue siendo una mentalidad que muchos aplicamos en nuestras vidas.

Hay mucha gente que siente que necesitan conseguir pareja para dar validez a su vida. La idea de morirse solos es una que aterra a la mayoría, vivir solos es peor. Pero, ¿según quién el estar solos debería volverse una clase de aflicción?

Busquen a sus parejas, pero no dependan de ellas para sentirse completos. Uno nace completo en este mundo, no hay que buscar las piezas de nuestro ser en otros lados. Además, si su meta es encontrar a alguien, es muy probable que esa persona que encuentres sienta una mayor atracción hacia una persona que se sienta plena en lugar de alguien que va a depender de esa persona para sentirse completo. Eso puede ser mucha presión para una persona.

Aprende a sentirte feliz estando solo, no debes depender de otras personas ni de cualquier factor ajeno a ti para ser feliz. La felicidad viene de adentro, no de fuera. Si encuentras a tu pareja ideal, ¡perfecto! Si no, no permitas que sea el fin del mundo. Estadísticamente es imposible que todos en la Tierra encontremos a nuestra pareja perfecta, cuando asimiles esta idea y lo aceptes, estarás a un paso más de sentirte totalmente pleno. Capaz y ya tienes todo que necesitas para ser feliz, sólo estás distraído buscando a alguien que te lo haga ver cuando ya lo tienes enfrente.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.