Cordiox, obra del músico, investigador y artista mexicano Ariel Guzik, que representó a México, en la 55 Bienal de Venecia celebrada en 2013 y fue vista por más de 40 mil espectadores, será exhibida a partir de hoy en el Laboratorio de Arte Alameda (LAA), en esta capital.
Se trata de la compleja máquina de cuatro metros de altura que describe, a través de sonoridades, el espacio y su entorno, y pone en juego el encuentro de dos elementos complementarios: 172 cuerdas tensas distribuidas en tres arpas y un cilindro de cuarzo de grandes dimensiones.
Tania Aedo, directora del LAA, comentó que es una gran oportunidad para el público mexicano, de percibir y estar frente a una pieza que invita a un tipo de contemplación que rara vez se propone dentro del arte contemporáneo.
“Es una pieza que invita a un tipo de contemplación lenta, que exige silencio y por otro parte, nos hace cuestionamientos sobre el conocimiento. Como lo señala Ariel, es una máquina que bien pudo haberse creado en el siglo XIX”, indicó.
Por su parte, Itala Schmelz, curadora de la pieza, aseguró que el LAA es casa de Guzik, “por lo que nos aprecia un proceso muy natural el que ‘Cordiox’ regresará a México al Laboratorio Arte Alameda”.
La también directora del Centro de la Imagen habló sobre la experiencia de exhibir “Cordiox”, en Venecia, al tiempo que destacó se dicha obra fue de las más visitadas en la Iglesia de San Lorenzo y en general en la Bienal con un total de 43 mil visitantes, lo cual celebró.
“Recibimos buenos comentarios en el cuaderno de visitas, algunos hablaban de que por ejemplo, ‘Cordiox’ les había enseñado a escuchar el silencio o que su sonido era el del universo.
“Inmediatamente el público captó que había esa sensibilidad, que no se encontraban ante una representación, que no era un sonido grabado, que no era una actuación, sino que se hallaron ante un producto, una máquina que era resultado de una investigación seria y que estaba transmitiendo de manera sonora, estados energéticos provenientes de la naturaleza”, explicó.
Dijo que Cordiox, como cualquier máquina de Guzik, “funciona con energía física proveniente de la naturaleza, y esa es la energía que transforma a la máquina, como algún tipo de pieza sonora, de música, de audio”.
Internamente, la pieza contrapone dos expresiones de un mismo fenómeno: los campos eléctricos y los magnéticos.
La cadencia total que genera es cristalina, sutil y expansiva y está estrechamente relacionado con el espacio mismo.
En la factura de la pieza, el artista logró una importante síntesis de elementos y sencillez funcional. Su centro es de cuarzo fundido puro, único en el mundo, de 45 centímetros de diámetro y 180 de altura manufacturado ex profeso por la empresa alemana Heraeus Quarzglass.
De acuerdo con Itala Schmelz, se pretende que la pieza itinere por ciudades como Puebla, Oaxaca y San Luis Potosí. Asimismo, existe la posibilidad de que se presente en el extranjero, en particular, en España.
Una vez que concluya el itinerario de “Cordiox” se le buscará algún recinto para su exhibición permanente.