mujeres

Hoy en el día internacional de la mujer yo y muchos hombres nos preguntamos: ¿Y porque no se habla del día internacional del hombre, si es qué existe? Bien fácil, porque todos los días incluyendo el de la mujer son días del hombre, e incluyo el de la mujer porque todo lo que ellas hacen, lo que piensan, dicen, rechazan, aman y odian, lo hacen desde referencias masculinas.

Desde siempre las mujeres se quejan, se defienden, tratan de ser iguales, de ganar espacios. Hablan y en ocasiones gritan de lo mucho que las “explotamos y maltratamos” los hombres, de lo injustos y malagradecidos que somos. Y, cuando un hombre se atreve a decir la verdad, es macho, misógino o gay.

Todos los seres humanos, curiosamente todos, hombres y mujeres a diferentes edades, hemos sufrido, conocido, soportado y en el mejor de los casos nos hemos liberado total o parcialmente de una mujer castrante, de una hembra controladora. Las hay con todo tipo de envoltura; vestidas de madres (las más malvadas), de monjas (las más falsas), de suegras(las peores), de esposas (las más caras), de amantes (las más mentirosas), de secretarias (las más rutinarias), y con cuanta apariencia uno se pueda imaginar. La mujer, redonda por todas partes, diseñada para contener por naturaleza, curiosamente, por no saber cómo manejar su contención, sus atributos de hembra, sus atributos femeninos, generalmente en lugar de contener, controla y en su afán de controlar castra, y al castrar asfixia y daña.

La controladora, la castradora, asfixia a todo y a todos; hijos, hijas, marido, amante, socios, empleados, amigas. En este afán de controlar, con ese gran sentido de manipulación, usando sus atributos sexuales, su creatividad, su perseverancia y egoísmo, astutamente y tristemente muchas desarrollan y juegan el papel de víctima; sufren, lloran, manipulan, con lágrimas, con chantaje, con sexo, con todo lo que pueden. Viví y me criaron primordialmente mujeres, no soy gay, y si lo fuera tampoco importaría. He visto como el más temido enemigo de una mujer es su mejor amiga, su hermana, su madre. He tenido una gran cantidad de parejas a lo largo de mi vida y nunca me encontré con una suegra que no buscara manipular, controlar y manejar a sus hijas, molestar a los yernos, manejar al marido, negar al amante.

Las más macabras, las mujeres más perversas incluso, asfixian a los maridos, exprimen a los amantes, controlan a sus hijos, ¿Por qué? Porque soy tu madre, porque te di hijos, porque me acuesto contigo, porque te preste dinero, porque soy mujer. Lo más triste, lo más terrible es que estas mujeres controladoras y castradoras, que no han sabido manejar su contención, sin duda, terminan enseñándoles las mismas estrategias de vida, de gran poder de manipulación a sus hijas, fortaleciendo y generando una historia interminable.

Todo hombre busca contención, todo hombre quiere llegar a su casa, penetrar a su mujer y ser contenido. Pero todo hombre, (mientras no haya sido totalmente castrado por su madre) busca crecer, busca crear y procrear. La vagina contiene, el pene penetra, es una armonía maravillosa cuando la mujer no controla, cuando no asfixia, cuando no castra. Los hijos somos productos de padre y madre. Pero generalmente se culpa al hombre, rara vez o nunca se responsabiliza a la mujer, que fácil, que estúpido, que bajo. Todo por su afán de control, de su afán de castración por no entender su maravilloso poder de contención. ¿Y que podrían hacer las controladoras?, si tienen madre enfrentase a ella, superar su mala educación, su traición a ellas mismas, a sus hijos, a sus hombres, dejar atrás el afán de controlar, aprender a contener. Sin duda, hay muchas mujeres crecidas, amorosas, que valen la pena, aunque parezca una especie en extinción, más en México.

Que la mujer contenga, que sea mujer, no yugo pesado. Que deje de quejarse, que deje de culparnos del enojo con sus madres, de la envidia a sus hijas, de su desesperación por no manejar bien su creatividad, su deseo de contener. Hoy día internacional de la mujer, que las mujeres castradoras tomen un poco de consciencia y responsabilidad de lo que hacen de lo que le han ocasionado al mundo, a sus hijos, a su feminidad.

Para reflexionar

Alfonso del Valle Azcué