Antes del correo electrónico, las guías con consejos para escribir cartas eran libros populares en su época. Y todavía hay muchas cosas que podemos aprender de ellas antes de presionar “enviar”, dice el periodista y escritor Simon Garfield.
1. Sea breve, sea sencillo
Este consejo apareció por primera vez en un documento latino entre el siglo IV a.C. y el siglo IV d.C. Una carta debe ser “limitada”, aconsejaba.
“Las que son demasiado largas, por no hablar de las exageradas en estilo, no son cartas en estricto sentido, sino tratados”.
A los corresponsales se les decía que debían ser a la vez elegantes y simples.
“El objetivo de una carta es expresar amistad en pocas palabras y establecer un tema simple en términos simples. El hombre que pronuncia máximas sentenciosas y exhortaciones no parece estar charlando en una carta, sino predicando desde el púlpito”.
2. Escriba como habla
Este consejo, uno preferido por Jane Austen, se cree que fue promovido inicialmente por Aristóteles alrededor del 360 a.C.
Sus instrucciones precisas no sobreviven, pero Artemon, el editor de las cartas de Aristóteles, sostenía que “la carta debe ser escrita en la misma manera que un diálogo”.
3. No ahorre en elogios
¿Quiere decir gracias por la cena? Mire el manual de escritura de Hugo de Bolonia del siglo XII.
Los cumplidos de Hugo, uno de los maestros epistolares europeos, no tenían límites.
En una carta a otro escriba, observa cómo, bajo su guía, “los ignorantes se cultivan de inmediato, los tartamudos son elocuentes de inmediato, los torpes son iluminados de inmediado, los torcidos se enderezan de inmediato”.
También se puede probar el truco al solicitar un trabajo o un préstamo.
4. Sea espontáneo, sea libre
El ensayista francés del siglo XVI Michel de Montaigne sugirió que la formalidad mataba a la auténtica correspondencia.
Desconfiaba de las cartas que no tenían “otra sustancia que una fina contextura de palabras corteses”. Es mucho mejor ser espontáneo y no pensar demasiado.
“La primera palabra engendra a la segunda, y así hasta el final”, escribió.
“Las cartas de esta época consisten más en prefacios que en materia”, aseguró.
Y para las sutilezas del cierre: “Yo de todo corazón transferiría a otra mano lo de añadir esas largas arengas, ofertas y oraciones que colocamos en la parte inferior, y estaríamos contentos de que alguna nueva costumbre nos libre de ese problema”.
5. Diga las cosas como son
En la guía Mensajero de Cupido de 1629 el autor anónimo le dijo a sus lectores cómo escribir a una pareja infiel.
En realidad no había motivo para ser cortés. Es mucho mejor ser bilioso y vengativo. “La lepra comparada contigo es todo salud… ni tu alma ni tu cuerpo están libres de la enfermedad de la vergüenza y la desgracia del mundo”.
Pruebe este antiguo consejo primero, y sólo entonces vuelva a la solución más moderna de una carta de un abogado.
6. Responda rápidamente, pero con cuidado
En 1686, Felipe, segundo conde de Chesterfield, escribió un libro de instrucciones para su hija mayor.
“Es un gran incivilidad no responder las cartas que recibimos, salvo que provengan de nuestros sirvientes o de personas muy malas”
Algunas de ellas se referían a la disposición de una carta (“Si se escribe a una reina, comienza la primera línea dentro de los tres dedos de ancho de la parte inferior del papel”), pero también hay consejos para esta época.
Sugirió a su hija que relea con cuidado lo que había escrito antes de enviarlo, compruebe la ortografía con un diccionario y se asegure de no repetir palabras.
Pero, sobre todo, que sea rápida. “Es una gran incivilidad no responder las cartas que recibimos, salvo que provengan de nuestros sirvientes o de personas muy malas”.
7. El chantaje emocional puede funcionar con sus padres
En un manual sobre cartas de 1763 dirigido a la mujer británica se ofrecían “educados” consejos sobre diversos asuntos.
Eran plantillas de cartas sobre el impacto duradero del escándalo y los peligros del coqueteo excesivo, y detalles de cómo escribir a una mujer que había perdido su belleza debido a la viruela.
Sin embargo, en las 275 páginas había también algo que podría ser enviado por correo electrónico hoy en día (aunque con un lenguaje ligeramente modificado) a un padre autoritario decidido a buscarle pareja a su hija.
“Sancióname por cualquier otro medio que la autoridad pueda inventar”, una hija le dice a su madre. “Condéname a pasar el resto de mis días en la soledad solitaria (…) que el destino no me encuentre bajo ninguna forma tan horrible como los abrazos de Andrugio”.
8. Sea más amable de lo que realmente querría ser
“Si usted escribió algo que pudo ofender, haga la carta a un lado por un día y luego léala como si fuera el destinatario”
A Lewis Carroll le gustaba tanto escribir cartas que en 1888 patentó algo que se llama “El país de las maravillas”, una caja especial con un bolsillo para colocar todas las denominaciones de sello postal.
Al comprarlo, se recibía un folleto titulado “Ocho o nueve sabias palabras sobre la escritura de cartas”. Uno de los consejos era mostrar moderación.
“Si usted escribió algo que pudo ofender, haga la carta a un lado por un día y luego léala como si fuera el destinatario (…) Esto conducirá a menudo a que la escriba toda de nuevo, sacando una gran cantidad de vinagre y pimienta y poniendo miel en su lugar”.
9. No se olvide del clip
Carroll tenía otra pieza de sabiduría para ofrecer, aplicable ahora y hace 125 años.
Si usted escribe que está adjuntando un cheque o una carta de otra persona, “deje de escribir por un momento, vaya y busque el documento mencionado. Y póngalo en el sobre, de lo contrario, lo más seguro es que no lo envíe. Donde dice “cheque” ponga “adjunto de correo electrónico”.
10. Los jóvenes se llevan toda la culpa
En All The Year Round, un periódico victoriano “dirigido” por Charles Dickens, un colaborador escribió una guía para la escritura de cartas que contenían un consejo común a casi todas las guías que la habían precedido: escribir en forma legible.
Pero, ¿qué pasa con aquellos que pueden escribir pero no lo hacen?
“Esto es generalmente más la culpa de los jóvenes, y surge principalmente del egoísmo irreflexivo. Sus pensamientos y su tiempo están absortos en sus propios placeres y pasatiempos. Es más divertido e interesante escribir a los jóvenes de su misma edad que escribir cartas a los padres y familiares”.
¿Estas terribles personas no escriben nada? “Una carta mezquina, forzada, poco meditada, se escribe cada grandes intervalos a aquellos cuya vida entera se han gastado en su servicio, mientras que folios de basura se prodigan hacia amigos íntimos a los que le deben ninguna obligación en absoluto”. Los mensajes de texto sólo estaban a un siglo de distancia…
Fuente: (BBC)