Uno de los primeros elementos para conformar una nueva cultura desde la perspectiva de la conciencia ecológica es reconocer que los seres humanos, por naturaleza, no somos monógamos y que por tanto la construcción cultural del matrimonio exclusivo es un artificio que responde sólo a una época histórica de nuestra especie, a intereses económicos y de poder político. Así se puede afirmar sin ningún tapujo que compartir la sexualidad (y el amor) con diferentes individuos de parte de mujeres como hombres, en la preferencia sexual que a cada quien le nazca, es más natural.

Por desgracia en muchos sentidos la sociedad occidental y mexicana en particular no está preparada para tal condición por lo que vemos, por un lado, una estricta concepción monógama junto con comportamientos intensamente disfuncionales en las parejas, infidelidades de hombres y mujeres cada vez más a la par, posesividad, celos, manipulación, violencia y divorcios sucesivos con la consecuente afectación a los hijos.

De alguna manera sin embargo el proceso tendiente hacia una apertura de las relaciones va en camino. Las formas de sexualidad y afectividad más libres están en curso. La aceptación de las diversidades, lesbianismo, homosexualidad, bisexualidad, travestismo,  transgénero y, particularmente, las relaciones múltiples o poliamor crece dando nuevas pautas de comportamiento y de interacción social fundamentales para un cambio de paradigmas en el plano personal sí pero también social y, por último, ambiental.

Es relevante entrelazar pues de pronto hay luchas por los problemas de la vida cotidiana (pareja, familia e individuo), sociales sindicales, campesinas, indígenas, de género o de minorías, democráticas etc., y por último ambientales, que por la contaminación, la deforestación o el agotamiento de la biodiversidad pero cada una por separado siendo que a todas las enlaza la conciencia ecológica.  La conciencia ecológica no solo se refiere al entorno natural, también abarca lo que tradicionalmente entendemos como estrictamente social pues todo lo que afecte a la naturaleza humana en cualquier área, afecta a la parte humana de la naturaleza.

Aprovecho para recomendar tres textos acerca del mito de la monogamia; En el principio era el sexo de Chistopher Rayan y Cacilda Jethá  de editorial Paidós que expone las raíces biológicas y antropológicas de la no monogamia humana y de otras especies; Las virtudes del poliamor, la mágia de los amores múltiples de Ives Alexandre Thalman Editorial Panorama muy claro en el tema desde un punto de vista psicológico y cultural y Ética Promiscua de Dossie y Janet Hardy que abarca el tema desde una reflexión de las normas morales.

Solo resta señalar que no podemos superar la crisis ambiental ni social si no empezamos por la personal, por el ámbito “privado”, como reza el viejo refrán “El buen juez por la casa empieza”: la pareja que a su vez tiene consecuencias directas en el individuo pues todos somos producto de alguna.

En la siguiente entrega abordaremos, en la posibilidad de este espacio, las adiciones y trastornos individuales ligada a las disfunciones familiares.

 Escrito por Eduardo García