El-viajero.Parte2-Inconsciente-Colectivo

Alvus

Bienvenido a Alvus eso decía aquel letrero, aquí el camino da la apreciación de ser plano, pero al recorrerlo notas su imperfección, sus subidas y bajadas, apenas al pasar noto un gran hueco, con la idea en la mente saco mi termo de agua y comienzo a vaciar el agua en aquel enorme sumidero, logré llenarlo, ¿que cómo pude llenar semejante hueco con el agua de un termo? No sé, lo pensé lo hice y ya.

Un jacuzzi fue lo que trate de imitar, enseguida me desnude y sumergí, mis pies no alcanzaban el fondo, pero podía flotar. No dejaba de maravillarme este viaje, plena satisfacción, a pesar de que la narración es breve debo informarles que han pasado meses quizás años, no he cambiado mucho, pero si he crecido y no me refiero a lo físico, he aprendido, he tocado cada sensibilidad del lugar, me he llevado los aromas incrustados en mi, aunque tomé duchas, el aroma, la esencia no se va, por el contrario se agudiza más. No hay nada más relajante que este momento. Miro hacia el norte, donde inicié el viaje y ya no logro percibir las montañas que me abrigaron el primer día, sentí un poco de nostalgia al notar que ya he avanzado tanto, nostalgia de tal vez no poder regresar…

La penumbra empieza a llenar el lugar y yo aun sumergido decido pasar la noche ahí.

Esta vez el sol y yo nos sincronizamos bastante bien, desnudo y tembloroso así amanecí, el agua se había consumido casi en su totalidad, apenas un pequeño charco quedó, el suficiente como para llenar de nueva cuenta mi termo.  Comencé el recorrido, cuando caminada notaba pequeñas fisuras apenas apreciables en aquel suelo y al borde del camino me agache para examinarlo más detalladamente y al frotarlo un poco provoque un temblor, creí que iba a caer pues se agudizo cuando puse más fuerza. A pesar de que a nadie le gusta un temblor ese era divertido, provocaba un extraño ruido que me hacía reír. Sin más por conocer abandone aquel continente, bastante imperfecto, bastante divertido y en definitiva admirable.

Mamma

Por más que froté mis ojos no daba crédito a lo que miraba, dos montañas cual cerezas estaban frente a mi, corrí dejando caer mis cosas al suelo mientras lo hacía, mis pequeños brazos no alcanzaban la dimensión de aquellas gustosas montañas, quería abrazarlas, de verdad quería, así que lo hice de forma pausada, perdí la cuenta después de la 12va. noche pero pude terminar de rodear aquellas montañas. No importaba si tenia que permanecer ahí por semanas, tengo que llegar arriba, tengo que ver la cima.

Tan exhaustivo como el recorrido a Graudium terminé por subir, tan bello tan perfecto, tan delineado, evidentemente besarlo era poco, era lo más parecido a una obra de arte en 3D, no quería arruinar tal creación pero tenia que estrujarlo, después de tanto caminar, correr, besar y probar, caí dormido, nunca había dormido con semejante sonrisa en el rostro hasta parecía estúpido, pero así dormí, el mejor sueño de mi vida.

Bajando aquellas perfectas montañas escuche una música africana, parecía alegre, ¿de dónde proviene? Me cuestioné, entre más bajaba, mas atenuante se hacía: el “bum” era fuerte y vibrante estaba seguro haber llegado al lugar, pero no veía nada, nada por ningún lado, baje mi cabeza desilusionado cuando noté que mi pié derecho se levantaba el ritmo del “bum” sí el ruido era  interno, me acosté tratando de poner mi oído bajo el delicado suelo y sí, justo ahí era el origen de la brillante melodía. Por minutos pude danzar a su ritmo, noté que siempre supo que estaba ahí y sin escucharlo con anterioridad, perece haberme guiado hasta él. Después de la alegría embriagante, su tonada cambió, melancolía era lo que escuche, tome asiento y comencé a llorar. Impotencia solo impotencia sentí, no podía hacer nada sin lastimar aquel suelo y no pretendía hacerlo, el abrir la superficie no me iba augurar que pudiese arreglarlo, en cambio, habría dejado una cicatriz al tratar de raparlo. No pude hacer nada, solo caí en silencio y abrasé el suelo con las ganas de querer hacer algo y no poder hacerlo.

 

Brachium

Pretendía que el viaje fuera recto, pero ¡vaya sorpresa! noté que de un salto podía llegar a otro continente, sin más tiempo que perder me hice unos pasos atrás tomé vuelo y di un enorme salto, digno de cualquier competencia olímpica. Apenas llegue, me tomé del pasto de aquel lugar, que bien improvise como cuerda y comencé a subir. Un merecido suspiro fue el primer acto que hice al estar en tierra firme.

Llegue a la orilla del continente dividido en 5 caminos, unos más largos que otros, pero al final todos llevaban al borde, de nueva cuenta me tomé el tiempo para disfrutar el bello paisaje, decidí sentarme, bajo mis pies no había nada, si me aventaba bien podría morir, pese a la aparente altura mi cuerpo no sintió vértigo, era como si los miedos se hubieran desvanecido con las primeras penumbras. Todo era tan reconfortante, en ocasiones tanto que parecía aburrido, tanto que parecía monótono. Pero siempre que pensaba o sentía eso, algo nuevo me sorprendía.

Continuará…