Las esculturas coloridas de Nathalie Miebach parecen juguetes de niños que sufrieron algún accidente o algo. Tienen demasiadas vueltas y curvas como para que un niño pueda seguirlo.
Todo el enredadero de estas esculturas está basada en patrones de viento, con frecuencia de tormentas. Miebach traduce estos datos cuantificados en forma física que imita los movimientos del clima invisible.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.