¿Te pasa seguido que acabas de comer una porción enorme de comida y a los pocos minutos ya tienes hambre otra vez? Pues, no estás solo, mucha gente es más propensa al hambre que otros y aunque hayan explicaciones médicas para muchos de estos casos, en otros simplemente es una cuestión de hábitos y estilo de vida.

Aquí hay unas posibles explicaciones para tu hambre voraz:

Tomas mucho refresco

Los refrescos y la mayoría de las bebidas endulzadas y embotelladas/enlatadas/etc. están llenos de jarabe de maíz con alta fructosa, lo cual puede estar vinculado con menores niveles de saciedad.

No desayunaste lo suficiente

El desayuno sí es el almuerzo más importante del día, así que un café y un pan tostado no van a ser suficiente. Aquellos que consumen un desayuno de 300 calorías suben dos veces más de peso que aquellos que consumen uno de 500 calorías, según aun estudio. Esto sucede porque un desayuno más grande significa elevaciones más pequeñas en el azúcar e insulina en la sangre a lo largo del día, lo cual significa que tendrás menos antojos.

No comes suficiente ensalada

Las verduras de hoja verde contienen mucha vitamina K, un nutriente que regula la insulina y ayuda a controlar los antojos. Deberías de consumir al menos 120 micrógramos de vitamina K al día.

No tomas suficiente té

Aquellos que beben una taza de té negro después de comer un almuerzo alto en carbohidratos disminuyen sus niveles de azúcar en la sangre en un 10% por unas horas después de comer, lo cual significa que se mantienen llenos por más tiempo.

No tomas suficiente agua

La deshidratación con frecuencia imita al hambre. Esto es porque el hipotálamo, la parte del cerebro que regula el hambre y la sed, puede mandar señales mixtas cuando tienes mucha sed, haciéndote creer que necesitas comer algo cuando en realidad tu cuerpo te está pidiendo agua.

Estás aburrido

El aburrimiento contribuye en gran parte con cuánto subes de peso. Un estudio del 2015 descubrió un vinculo entre la susceptibilidad al aburrimiento y el comer de más. Para darte cuenta si realmente tienes hambre o sólo estás aburrido, visualiza un platillo delicioso, si no te llama mucho la atención, es probable que sólo necesites una distracción.

Bebes demasiado (alcohol)

Ya sabemos que el alcohol es malo si quieres bajar de peso, pero además de estar lleno de calorías vacías, el alcohol podría engañar tu cerebro para pensar que tienes hambre cuando no es el caso.

En un estudio del 2017, investigadores le dieron a ratas alcohol y descubrieron que activa una parte específica del cerebro que causa el deseo de comer. Como el estudio se llevo a cabo en ratas y no humanos, las conclusiones no son muy claras.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.