Estrés, ansiedad y alteraciones del estado emocional están ligados al síndrome de alimentación nocturna, que se refiere a la necesidad de comer después de la cena, dijo la experta Sandra Taméz Rolón.
Agregó que este trastorno se puede confundir con problemas de sueño, “piensan que porque no pueden dormir las personas comen, pero no, se despiertan por tener la necesidad de comer, lo cual se asocia a cuestión emocional y estrés”.
Estimó que hasta 10 por ciento de personas con obesidad presenta este trastorno alimenticio, que de no tratarse oportunamente tiende a convertirse en mal hábito, que a mediano plazo lleve a enfermedades como diabetes, hipertensión e hipercolesterolemia.
Recomendó a todas las personas que desean controlar su peso, a que la cena sea lo más temprano posible a fin de facilitar el proceso de digestión durante las horas de sueño.
No se hace bien la digestión y además se comen los alimentos más altos en calorías porque es lo que está a la mano y normalmente no nos levantamos a preparar comida a media noche”, afirmó.
Mencionó que es un trastorno del cual la persona es inconsciente, sin embargo, come a escondidas cuando cree que su familia ya está dormida, aunque termina por ser descubierta.
Detalló que otro aspecto a considerar es que si bien la cena se recomienda sea ligera y con menor número de calorías que la comida y el desayuno, “es importante que sea balanceada e incluya carbohidratos y una porción de proteína a fin de evitar ataques de hambre”.
Precisó que bajo ninguna circunstancia se deben “saltar comidas a fin de evitar que se presente un apetito excesivo producto de una descompensación en la ingesta calórica durante el día”.
Manifestó que en caso de que la persona no pueda controlar sus ganas de comer por la noche, es deseable optar por tomar un vaso de leche baja en calorías o un jugo de soya.
Es indispensable el manejo profesional tanto de parte del especialista en salud mental como del nutriólogo a fin de evitar complicaciones producto de este síndrome”, apuntó.