El reino animal esta lleno de bellos y misteriosos procesos, pero hay pocos que son más cautivadores e increíbles que la metamorfosis que llevan a cabo las orugas para convertirse en polillas o mariposas.
Quizá más increíble que la transformación drástica es cómo sucede. Dentro de sus capullos las orugas adquieren un estado líquido, quedándose sólo con “platos” rudimentarios que son los puntos de partida para características importantes como las alas y los ojos. A pesar del hecho de que son reducidos a una sopa de proteína, estudios indican que algunas mariposas se quedan con comportamientos que adquirieron cuando eran orugas.
Algo interesante es que muchas de estas orugas son tan impresionantes como sus contrapartes mariposas. Sus marcas brillantes y estructuras les sirven como protección, advirtiendo sobre su naturaleza venenosa o dándole a depredadores blancos falsos para atacar.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.