Las personas en esta serie fotográfica capturada por el fotógrafo inglés, Alan Powdrill, tienen un secreto oculto debajo de su ropa. Los impresionantes tatuajes que cubren por completo sus cuerpos cuentan diferentes historias.
Unos comenzaron a tatuar su cuerpo a los 14, otros a los 50 años. Sus tatuajes son más que una obra de arte, son miles de historias esperando a ser contadas.
Kenny, 27 años: “Amo mis tatuajes, son una parte de mi y de mi estilo de vida. Seguiré tatuándome todo el tiempo que pueda.”
Ness, 40 años: “Me encanta cómo mis tatuajes cambian mientras mi cuerpo envejece y se llena de arrugas. Pararé cuando ya no tenga espacio para uno más.”
Simon, 47 años: “Mientras pueda ir al baño yo solo, no me importa cómo me veré cuando envejezca. Nunca tuve la intención de tener tantos tatuajes pero tengo una personalidad adictiva.”
Chris, 25 años: “Si llego a olvidar quién soy, me quito la ropa, me veo al espejo y descubro quién soy de nuevo”
Patrick, 34 años: “Me hice mi primer tatuaje a los 13 años y fue un secreto por 10 años. Ahora es una parte de mi”
Michelle, 53 años: “No puedo saber a qué edad pararé de tatuarme. Mientras haya espacio para rellenar, lo llenaré. No creo que mi actitud cambie”
James, 33 años: “Tenía 16 años cuando me hice mi primer tatuaje. Era una lagartija en la cadera. Mis padres dijeron que jamás lograría conseguir trabajo”
Kimmy, 29 años: “El tatuaje de Kiss es mi favorito. El dolor fue intolerable pero se siente muy bien cuando presumo mi homenaje a la banda”
Alex, 49: “Mi primer tatuaje no hizo nada feliz a mi mamá y yo le dije: Mamá, podría estar consumiendo heroína en la calle”
Izzy, 48 años: “Me encanta ser diferente y que me pregunten sobre mis tatuajes. Los tatuajes buenos no son baratos, y los tatuajes baratos no son buenos”
Dave, 66 años: “Empece a tatuarme en 1963 cuando tenía 14 años y no creo que en algún momento me gustaría parar”
Victoria, 37 años: “Mis tatuajes son parte de lo que soy y me gustarán hasta que tenga envejezca.”
Graham, 58 años: “Tenía 51 años cuando empecé a tatuarme. Mi padre ya había muerto y mi mamá no dijo nada porque se encontraba en las primeras etapas de demencia.