Las mejores ideas a veces se nos ocurren en la regadera. Aveces a uno le gusta simplemente dejar que el agua les caiga encima mientras se ponen a reflexionar de nada en particular antes de empezar a limpiarse. Pero esto no es algo que harías si te dieras un baño frío.

Normalmente se considera esto como un acto demasiado torturoso, pero a pesar de lo desagradable que puede ser para la mayoría, hay un pequeño movimiento de gente aprovechando los beneficios de un baño frío.

El agua desde hace mucho tiempo se ha usado como un tratamiento para los músculos adoloridos, otros beneficios de bañarse a bajas temperaturas es una mayor reducción de peso y es saludable para la piel, pero también hay evidencias de que un baño frío tiene beneficios mentales.

Un estudio hasta propone el baño frío para tratar la depresión. También ayudan con la productividad a base de la idea de que enfrentarte a un reto a primera hora te prepara para tener éxito el resto del día.

Aquí te compartimos las observaciones de un hombre que decidió darse puros baños fríos por una semana para ver por si mismo cuáles eran sus beneficios.

1. Se volvió más enfocado

Durante su primer baño frío, empezó contando 2 minutos en su cabeza, pero el agua fría rápidamente lo detuvo en 2 segundos. Si un baño caliente puede hacer que te pierdas en pensamientos profundos, un baño frío hace que te mantengas perfectamente consciente.

Cuando empiezas con un baño frío es imposible pensar en otra cosa que no sea el frío. Esos primeros 15 segundos son eternos.

Pero una vez te acostumbras al frío, algo interesante comienza a pasar. Empiezas a enfocarte en las facultades básicas humanas.

Este hombre tenía los hombros levantados y se preguntó si así tenían que estar. Así que los relajó, destensando los músculos. Respiraba fuerte y rápido. También consideró que no era necesario, así que empezó a respirar más largo y profundo. Mantuvo la calma a pesar del frío.

2. Se motivó

Después de que pasaron los 2 minutos, cerró el agua y se preparó para su día. Pero de verdad se preparó. Con el desayuno decidió hacer una lista de qué hacer. Se sentía bien y productivo, sólo tomaron 2 minutos para convencerlo de lo beneficioso que son los baños fríos.

3. Tuvo que invocar verdadera fuerza de voluntad

El día siguiente fue más o menos lo mismo, pero se dio cuenta de que sentía menos nervios para meterse al agua frío, cosa que cada día fue mejorando. Luego pensó que si esto lo hacía sentir tan bien, ¿por qué no ansía ese momento que te cae el chorro helado sobre el cuerpo? Pues, como alguna vez dijo algún escritor famoso “no disfruto escribir, disfruto el haber escrito.”

No estoy tratando de convencerte de que te gusten los baños fríos, siempre va a costar un poco de trabajo meterte al agua y vas a ansiar mucho más por fin secarte.

Pero la semana de prueba de este individuo fue todo un éxito, aunque sí haya costado un poco de trabajo.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.