Niños con diarreas y bajo rendimiento pueden estar presionados

Diarreas frecuentes, así como problemas para dormir, alteraciones del apetito y bajo rendimiento escolar en los niños, pueden ser síntomas de estrés, advirtió la especialista Selene Zepeda Vidrio.

La especialista adscrita al Centro de Capacitación y Calidad del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco (Cedecyc), dijo que los padres deben estar alerta en caso de que sus hijos menores presenten diarrea o constipación, aumento o pérdida de apetito.

Así como incremento o disminución de actividad física, cansancio, fatiga, apatía para moverse, pasividad, problemas para relacionarse con otras personas, dificultad para dormir, si está irritable, si fácilmente se pone triste o depresivo, ya que pueden ser indicios de que el niño está estresado.

Explicó que el estrés se considera como la respuesta del individuo a situaciones que percibe amenazantes; aunque los estresores también pueden ser aspectos novedosos para la persona, como el nacimiento de un hermano o un cambio de residencia.

En el niño, dijo, son diversos los factores que pueden desencadenar estrés, en el aspecto biológico está el padecer alguna enfermedad y tener que someterse a revisiones médicas frecuentes, o tener preocupación constante por la imagen corporal o por el desarrollo de caracteres sexuales.

Detalló que a nivel escolar presentar dificultades para relacionarse con alumnos y profesores, padecer acoso escolar por parte de los compañeros y las propias presiones académicas. También se asocia al exceso de actividades fuera de la escuela.

En el ámbito familiar puede originarse por la percepción que tienen los niños ante dificultades de toda índole que ocurren en el hogar, como las de tipo económico, por falta o exceso de supervisión de los padres, o bien por continuas peleas entre éstos y otros miembros de la familia.

Zepeda Vidrio aseguró que el estrés infantil puede presentarse en cualquier etapa de la vida incluso desde el periodo intrauterino, por lo tanto afirmó que si durante la gestación la mamá tiene tensiones, es factible que el feto pueda presentar ciertas reacciones como aumento en la frecuencia cardiaca y movimientos distintos.

“Se habla incluso de la etapa pre natal o antes del nacimiento se han apreciado niveles de estrés de acuerdo con manifestaciones corporales del feto, hay reacción en el bebé ante alguna situación que rebasa a la mamá como un susto, también él sufre de esta respuesta estresante”, añadió la especialista.

Indicó que el niño o adolescente puede presentar estrés sin saberlo y sin la conciencia de qué es en sí lo que significa estar estresado, sin embargo el manejo del infante resultará más fácil si él logra comprender el origen de la problemática

“El manejo va encaminado a que él se haga consciente de estar padeciendo estados alterados a nivel biológico, psicológico y conductual para que pueda manejarlos, brindarles estrategias de afrontamiento para abordar de manera saludable el estrés”, manifestó Zepeda Vidrio.

En la terapia psicológica, resaltó, es recomendable que también la familia o por lo menos uno de los progenitores se someta a tratamiento en conjunto con el menor, con la finalidad de hacer cambios favorables en el ambiente en donde se desenvuelve el infante.

Reiteró que la intervención oportuna es indispensable para evitar que el estrés se cronifique incluso hacia la etapa adulta y pueda generar cuadros más severos, como ansiedad y depresión entre otras alteraciones.