Escrito e ilustrado por Franco Mattiello.
Alrededor del tema de la peste bubónica que fulminó a un gran porcentaje de la población mundial en sus diferentes brotes durante siglos pasados, hay una serie de datos muy interesantes.
Alexander Yersin, un médico suizo, investigó acerca del virus que provocaba la peste y descubrió dos tipos de enfermedad para poder comenzar a identificar de donde provenía. Existía la peste neumónica y la peste bubónica. La primera afectaba las vías respiratorias por lo cual era fácil identificar su contagio, la gente al toser expulsaba pequeñas secreciones bronquiales las cuales podían fácilmente ser aspiradas por la gente de alrededor. Por otra parte la peste bubónica no afectaba las vias respiratorias y los bubones no eran contagiosos ni siquiera al contacto directo. De hecho los enfermos de esta peste convivían con sus familiares sin contagiarlos pero una vez que morían los familiares comenzaban a enfermar.
El funeral de las ratas.
Desde la peste negra del siglo XII en europa la gente ya notaba que las ratas tenían algo que ver con la muerte de la gente, por observación simple ya que las ratas sufrían epidemias antes que las personas, después de que las ratas morían, los humanos comenzaban a enfermar, por lo que se creyó que las ratas influían en el contagio.
Paul Louis Simond, un biólogo francés, hizo el experimento del funeral de las ratas, pusó una rata enferma de la peste a punto de morir y alrededor de esta, dejaron jaulas con ratas sanas. La rata central no tardó mucho en morir y las ratas de alrededor no parecían ser afectadas pero de pronto vieron que unos pequeños animales se escabullían de la rata muerta y buscaban meterse entre el pelo de las otras ratas, eran pulgas que al morir el cuerpo que habitaban y enfriarse buscaban el calor de un cuerpo vivo y eran estas las que provocaban el contagio.