[sws_blockquote align=”left” alignment=”alignleft” cite=”Sebastian” quotestyles=”style02″]Y es el caso de esta exposición, que es muy sólida en el concepto, en la forma y en el producto. [/sws_blockquote]

Llegué mucho antes de que la exposición empezara, no hice fila para el valet parking y vi llegar a Enrique Carbajal ‘Sebastian’ con un traje negro y una camisa blanca que apenas se asomaba por el traje. Saludó de mano a algunos de los que ya estaban ahí esperándolo y entró a la galería de Oscar Román. Oscar iba vestido con un traje, una camisa violeta y una corbata del mismo color pero un tono más alto, sombrero y lentes de armazón; fue él quien me dijo que podía entrevistar a Sebastian y me acercó a él “si no lo haces ahora no lo podrás hacer después” me dijo Oscar y se fue sonriente. Saludé de mano a Sebastian y empecé con las preguntas.

Un hombre de gabardina llegó a darle la mano mientras le decía “una vez más estamos aquí con usted” Sebastian intentó no interrumpir la entrevista pero fue amable y le dio las gracias al señor –después los vi platicando sobre las piezas de la exposición y sobre el acomodo que le dieron a todo, yo no interrumpí porque era la primera vez que lo acompañaba, tal vez cuando vaya a más exposiciones pueda darme el lujo de interrumpir y él sea elegante y me de las gracias—.

Lo entrevisté cuando había contadas personas en la galería, casi no hubo voces que hicieran ruido y Alonso –quien me acompañó—pudo tomar fotografías sin que los invitados estuvieran adornando las piezas y rompiendo con la perfección y la infinidad de ‘Cuántica’.

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La inauguración de Cuántica

No le pregunté nada sobre la exposición porque ya todo lo había dicho antes en distintos medios que publicaron las mismas citas de los mismos entrevistados casi en el mismo número de párrafo. Hablamos sobre la diferencia de espectadores nacionales e internacionales “los públicos de cualquier parte del mundo están acostumbrados a las exposiciones por lo tanto la reacción es normal; el gran publico, lo popular es igual en todos lados, reaccionan con incomprensión a veces con atractivo, a veces con cariño, pero como yo me dedico a hacer obra monumental entonces tengo mucha cercanía con la masa, con el pueblo, con los que están circulando en la calle, entonces están los ricos, los pobres, los feos, los malos, todos tienen que ver con la gran obra y es toda una experiencia de gusto y de contemplación.”

[sws_blockquote align=”right” alignment=”alignright” cite=”Sebastian” quotestyles=”style02″]Cuando llegué a Japón y empecé, ya no paré por 16 años… [/sws_blockquote]

Sebastian viajó a Japón y permaneció allá una temporada larga, ganó concursos y sus obras representan el símbolo de algunas ciudades de ese país como Kadoma y Sakai –nada nuevo, esto también está ya dentro de su biografía y ¿cómo no? si fuera mi caso sin duda también sería parte de mi biografía y estaría expuesto en negritas—. “Tardé en armar un lenguaje muy personal que después pudiera ser universal. Cuando llegué a Japón y empecé ya no paré por 16 años y gané premios cada año, entonces construí un lenguaje y una idea clara de lo que quería y además uno tiene que adentrarse en la cultura del país y en las raíces y en este caso creo que lo pude atrapar; tener 16 esculturas monumentales en un país tan importante y tan primer mundo no es fácil. Los concursos de los que más gozó fueron en Japón, porque fueron con artistas nacionales y un internacional en donde les dan el tema y les comentan que existe una bolsa de dinero para el ganador.

“Yo entré la primera vez con una pieza que se llama ‘Arco fénix’ trabajé mucho, presenté cinco proyectos y escogieron uno que al final fue el ganador y es muy emocionante ganarle a tres importantes escultores de Japón, famosos y reconocidos y es algo que hasta pena me daba porque pensé: se van a enojar conmigo ya no me van a dejar entrar al medio. Después de ‘Arco fénix’ vino el ‘Tsuru’  “está hecho a imagen y semejanza de la poesía tradicional japonesa haiku (俳句), que se conforma de cinco sílabas, siete sílabas, cinco sílabas y así hice con el ‘Tsuru’ cinco, siete, cinco proporciones; cinco, siete, cinco formas y nació ‘garza blanca’.”

Expo Sebastian-2

En este tiempo empezó a llegar más gente, algunas de prensa y otras tantas con vestidos y trajes elegantes que daba vueltas por el lugar y otras tantas que tomaban fotos de las piezas, nadie más nos interrumpió en ese tiempo. Desde que supe que tendría la oportunidad de entrevistarlo me imaginé la forma en la que había llegado a ser el famoso Sebastian que conocemos, entonces se lo pregunté: no me respondió quién lo ayudó, qué concurso lo llevó a la fama, qué personas lo alentaron ni las puertas que tocó, todo fue él, su seguridad y su paso firme “y fue poco a poco, fue tan sólido que es muy difícil destruirlo y desarticular una expresión, una obra, una estructura“ con pies de plomo, sin hacer aspavientos y sin cacaraquear mucho el huevo trabajó con mucha intensidad “yo creo que lo he estado haciendo paso a paso y con mucha consciencia. Y es el caso de esta exposición, que es muy sólida en el concepto, en la forma y en el producto.“

Le pregunté también sobre la pieza que más le gusta y sobre la estructura que más trabajo le costó; a lo primero respondió como padre de familia con más de un hijo: “es muy difícil, es injusto porque es como lo hijos, cada uno tiene diferentes cuestiones, cariños y amores yo creo que hay algunas que sí por la condición, la controversia, lo que te dieron extra de lo que es la obra y fuera del contexto de la misma, que te dieron dinero y más fama por ejemplo, significan más fuerza y más carga en tu vida. La que más trabajo me costo…también todas tienen su carga de dificultad pero también hay unas que todavía no están concluidas, sin ser mi culpa, y hay otras en las que tardamos hasta 10 años para verla concluida como la Puerta de Chihuahua y está ahí y es símbolo de la ciudad de Chihuahua.

[sws_blockquote align=”left” alignment=”alignleft” cite=”Oscar Román” quotestyles=”style02″] Es grandioso. [/sws_blockquote]

La palabra <<felicidades>> sonó varias veces, yo no escuché ningún aplauso, tampoco palabras de Sebastian y nadie cortó ningún listón. Un hombre cercano a mí disfrutó de cuatro bocados de sushi que sirvieron en platos desechables, un fotógrafo cargaba la cámara con una mano y con la otra una copa de vino blanco bien servida, la gente hablaba en voz alta, se estancaba dentro de la galería y no había orden para que los invitados –que superaban por  mucho la capacidad del lugar—fluyeran sin complicaciones de traslado. Había mujeres muy elegantes, hombres bien vestidos con moños en lugar de corbatas, había tacones de leopardo y un vestido de piel que llegaba arriba de las rodillas dio vuelas por el lugar. La margarita de tamarindo estaba deliciosa y a pesar de los trajes elegantes y de los peinados con secadora o de salón una mujer dejó su vaso en las plantas y una persona más abandonó el suyo en una de las esculturas –que no eran de Sebastian, por supuesto— que decora la entrada de la galería.

Siempre le gustaron las matemáticas, en especial la geometría y sí se hace llamar Sebastian por el cuadro de Botticelli ‘San Sebastian’: en una clase de Anatomía se quedó dormido mientras el profesor enseñaba sobre el cuadro de ‘San Sebastian’ cuando despertó todos los compañeros le llamaron así y no le gustaba, años después su profesor de Escultura le comentó que se parecía a un cuadro, se refería al cuadro de Botticelli y 8 meses después una crítica de arte lo describió en sus letras con las mismas características del cuadro de ‘San Sebastian’ y entonces Enrique decidió que era un buen nombre. Oscar Román definió a Sebastian como ‘grandioso’ y uno más como ‘geómetra’.

Alonso y yo decidimos ir a cenar sushi al restaurante que estaba muy cerca de la galería –era el mismo que dieron en la exposición— nos regalaron dos martinis de pepino cortesía de la casa y comimos más de cuatro rollos –a aquél hombre le hubiera encantado acompañarnos—. Pasadas las 10 apareció Sebastian, subió las escaleras y entonces sí…se escucharon aplausos.