La muerte de muchas estrellas no es violenta y destructiva, como se creía hasta ahora, sino que sino que un gran porcentaje de ellas podría acabar sus días en paz, lentamente, enfriándose hasta apagarse de forma definitiva.
Esto es lo que ha descubierto un equipo internacional de astrónomos avalados por el Observatorio Austral Europeo, cuyo comunicado anunciando el descubrimiento supone una enmienda a la totalidad de la teoría estelar tal y como la conocíamos hasta ahora.
Un alto porcentaje de estrellas, hasta un 70% según las conclusiones de este estudio, no pasa por una fase final explosiva, sino que en un proceso gradual que dura miles de millones de años queman energía hasta agotarse y morir plácidamemte.
Hasta ahora se creía que, cuando el litio y otros materiales ligeros se consumen, la estrella se contrae y entra en la etapa final del desarrollo, en la cual el hidrógeno se transforma en helio a temperaturas muy altas gracias a la acción catalítica del carbono y el nitrógeno. Esta reacción termonuclear consume el hidrógeno y la estrella se convierte entonces en una gigante roja.
La temperatura del núcleo sube entonces lo suficiente como para producir la fusión de los núcleos de helio y la estrella se hace mucho más pequeña y más densa. Una vez consumidas todas las posibles fuentes de energía nuclear, se contrae de nuevo y se convierte en una enana blanca, en una etapa final marcada por explosiones conocidas como “novas”.
Las supernovas, sin embargo, serían una excepción. Según los resultados de este estudio, sólo las estrellas más viejas (de primera generación), que contienen un bajo nivel de sodio, terminan explotando y convirtiéndose en gigantes rojas.
“Parece que las estrellas necesitan tener una ‘dieta’ baja en sodio para alcanzar la fase de AGB en su edad anciana”, bromea el director del equipo de astrónomos, Simon Campbell, que considera “demostrado empíricamente que la mayoría de las estrellas, digamos que un 70%, estrellas de segunda generación con alto nivel de sodio, jamás alcanza la fase explosiva AGB”.
Los astrónomos denominan fase ‘AGB’, siglas en inglés de “rama asintótica de las gigantes”, al periodo explosivo de la evolución que experimentan las estrellas de masa intermedia (entre 0,5 y unas 10 masas solares) al final de sus vidas.
Esta conclusión surge de la observación con el telescopio ESO situado en Chile de la luz de estrellas de un cúmulo globular denominado NGC 6752, en la constelación austral del Pavo, y los datos son contundentes: muchas estrellas no llegan a explotar, sino que se convierten en enanas blancas enfriándose paulatinamente. “Nuestros modelos estelares están incompletos y deben ser revisados”, concluye Campbell.