Los hongos “mágicos” han tenido su lugar en la medicina en lugares más rurales y apartados de las ciudades desde hace milenios, pero no es hasta apenas hoy que la ciencia esta aprovechando de los efectos terapéuticos de la psilocibina, la sustancia activa en los hongos que causa las alucinaciones.
Se usaron ratones para un estudio en el 2013 para verificar si la psilocibina puede usarse para tratar reflejos condicionados, específicamente para el miedo, de manera que se podría usar en pacientes de estrés postraumático o gente con fobias.
En el experimento, primero tuvieron que implantar un reflejo condicionado a un grupo de ratones. Para lograr esto, emitían un breve sonido y unos segundos después, el piso de la jaula emitía pequeñas descargas eléctricas en los ratones. Después de repetir esto una veces, los ratones ya anticipaban las descargas al oír el sonido, mostrando señales de temor. Esta reacción continuó incluso después de que dejaron de administrar las descargas.
Luego se dividieron las ratas en tres grupos. Al primero (A) les dieron una dosis baja de psilocibina, suficiente como para no tener alucinaciones, al segundo grupo (B) les administraron una alta dosis y al tercer grupo (C) no le administraron nada para tener un grupo de control.
Después de varias pruebas, los investigadores pudieron ver que los ratones del grupo A dejaron de mostrar temor al oír el sonido mientras que los demás seguían mostrando alguna señal de reaccionar al escucharlo.
No se sabe con exactitud qué es lo que hace la psilocibina en nuestro cerebro, pero se cree que puede modificar los circuitos neuronales de manera que podrían ser reprogramados.
La memoria, el aprendizaje y la habilidad de reaprender que algo deja de ser un peligro a pesar de que hemos desarrollado el reflejo de miedo, dependen de la habilidad del cerebro para alterar sus conexiones.