El 23 de agosto de 2008, una mujer llamada María del Rosario Espinoza, ganaba la medalla de oro que ponía en lo más alto el nombre de México, venciendo a una noruega y proclamándose campeona de taekwondo en la modalidad de 67 kilogramos en los juegos olímpicos de China.
Es por todos conocido el tema de la abismal diferencia que existe en cuanto al apoyo en todos los sentidos que se les otorga a los diversos deportes que representan a México. Los intereses que persiguen los encargados de entregar los mismos, la mayoría de las veces no tienen mucho que ver con el éxito que buscan obtener los deportistas que corren, luchan, nadan o pelean.
El futbol sigue siendo sin duda el mejor negocio dentro del deporte, tanto el dinero que está de por medio, como el que se genera con cada partido desde un amistoso, de preparación o conmemorativo hasta lo que representa la retribución económica para los involucrados con la participación en un mundial, es demasiada como para preocuparse por apoyar a otros que quizá, podrían convertirse en deportes también importantes como representación mexicana en competiciones internacionales. Y es que talento, capacidad y competitividad existen. Un ejemplo claro es Victor Estrada, tetracampeón panamericano, Colorado, Heredia, La Habana, y Lima las sedes. Además tiene un bronce olímpico en los juegos de Sidney en el año 2000, logro nada despreciable que eventualmente abriría la puerta para la llegada de nuevos talentos en este deporte, como Iridia Salazar (3 medallas de plata en mundiales, oro en panamericanos y bronce en olímpicos de Atenas 2004) ambos sin el mayor apoyo por parte de los que mueven el dinero dentro del deporte nacional.
María del Rosario, nacida en Guasave Sinaloa, un 29 de noviembre de 1987, a los 12 años conoció el Centro de Alto Rendimiento de la Loma en San Luis Potosí. A partir de ahí y después de haber conocido el taekwondo en su versión amateur, se inclinó por dedicarse a este deporte en el alto rendimiento.
En el 2003 consiguió ser la campeona de la Olimpiada Nacional, logro que la llevo a ser parte de la selección juvenil en la que comenzaría a sobresalir demostrando su capacidad sobre el tatami, que llevaría a la mexicana a ganar los panamericanos de Rio de Janeiro de la categoría.
Luego de ganar los panamericanos y el campeonato mundial en 2007, María llegaba fuerte para eventualmente conseguir un oro histórico para México en los olímpicos de China 2008. En Londres 2012 buscaba refrendar el oro obtenido, pero una equivocación de los jueces y la controvertida tecnología de este deporte le quitarían la posibilidad de hacerlo, teniendo que conformarse con la medalla de bronce, misma que la haría derramar lágrimas al terminar, lágrimas que representaban sangre, sudor y esfuerzo sin duda alguna.
La falta de apoyo ha sido la constante en la carrera de la mexicana, quien no ha ocultado su inconformidad por la falta de apoyo y que actualmente declara abiertamente que la Federación Mexicana de Taekwondo, está obstaculizando su desarrollo y preparación como seleccionada nacional, al cancelar su gira de preparación que tenía programada en Europa de cara al Gran Prix de taekwondo en Inglaterra en diciembre próximo, a tal grado, que la doble medallista olímpica ve con buenos ojos el realizar sus entrenamientos separada del resto de la selección mexicana.
Es para considerarse seriamente hacer algo con el trato de los recursos y el apoyo que tiene la CONADE (Comisión Nacional del Deporte) hacia los deportes que también pueden poner en alto el nombre de México.
No solamente la pelota con 22 dentro de la cancha puede dar alegrías, aunque ciertamente es el deporte más hermoso del mundo, no debe tenerlo todo.