Henry Monterroso es un extranjero en su propio país. Criando en California desde que tiene 5 años, fue deportado en México el 2011 y se encontró en un lugar que apenas conocía.
Pero el tijuanense de 34 años se siente en casa tan pronto empieza su trabajo en Call Services International, donde los empleados se saludan en inglés. Monterroso supervisa a cinco empleados entre filas de pequeños cubículos que pasan ocho horas al día llamando a gente para cobrar pendientes de tarjetas de crédito entre otras deudas.
Él es uno de miles de mexicanos deportados quienes encuentran refugio en los call center en Tijuana y otras ciudades fronterizas. Platican en inglés, algunos de ellos ni siquiera hablan español, y hablan con consumidores que compran dispositivos, tienen preguntas sobre las garantías o tienen quejas sobre entregas retardadas.
En la oficina de Monterroso, en uno de los edificios más altos en Tijuana, los gerentes traen almuerzos de Taco Bell, que consiguen en San Diego, para recompensar a los empleados ya que no existen locales en México. Los empleados no trabajan en fiestas patrias estadounidenses, pero sí en las mexicanas.
“Sales de trabajar a las 6 y luego tienes que regresar a la realidad. No estás en EUA,” dice Monterroso. “Mientras uno esta aquí, se siente como en casa, lo cual me gusta mucho.”
Muchos empleados habían pasado casi todas sus vidas en EUA y aún tienen familia ahí. Pueden platicar cómodamente sobre el mercado de bienes raíces de EUA o sobre el Super Bowl, también conocen la jerga de ahí.
Aún así, el cambio repentino les entra como shock. El salario de Monterroso de $300 al mes es una enorme diferencia de los $2,400 que ganaba en San Diego. En México, estos deportados frecuentemente son aislados por no hablar español bien o son vistos como extranjeros.
Al final del año, los call center subcontratados tendrán más de 85,000 estaciones de trabajo, los cuales podrán tener dos o tres turnos al día de empleados. Se estima que México superará los 110,000 para el 2020.
En Baja California, que tiene alrededor de 45% de los deportados, los empleados de call centers empiezan generalmente ganando $150 por semana, el doble de lo que ganarían trabajando horas extra en una planta de ensambladura.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.