La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), alertó por la tentación actual de negar el pecado, reducirlo a cuestiones sicológicas o sociológicas y excluir la maldad.
Para la iglesia católica en México, el problema “no es tanto la tentación y el pecado sino que no se habla de pecado, se habla de un ‘problema’ que se tiene que resolver”, porque “Cuando el Reino de Dios disminuye, cuando va a menos, uno de los signos es que se pierde el sentido del pecado”.
En un mensaje distribuido por la CEM, el obispo auxiliar de San Cristóbal de las Casas, Enrique Díaz Díaz, mencionó que para la iglesia, las tres “tentaciones” engloban todas las realidades que tienen vigencia y que, en forma silenciosa y maligna se adentran en el corazón del hombre.
Citó el relato teológico del Génesis: “el demonio se disfraza y seduce trastocando los valores, encubriendo el engaño, presentando lo malo como bueno. Nos las presenta como dulces tentaciones”.
Cuando Jesús transforma las piedras en panes, dijo, hizo algunas multiplicaciones y sació a multitudes, pero también recordó que “no es el vientre el regidor del hombre y que no es el placer su único fin”.
Una persona necesita comer, pero no se puede manipular al pueblo con el hambre ni quitarle su dignidad, y acusó los crímenes que se cometen abusando de las necesidades básicas de la humanidad, “se compran y venden conciencias con tal de tener lleno el estómago”.
Dijo que ese es el fondo de injusticias como la migración, la trata de personas; la manipulación del hombre en sus necesidades básicas: comer, vivir, tener un hogar donde vivir.
Una tentación en la que se cae es dar más importancia al placer que a la dignidad, comprar y vender conciencias aprovechándose de las necesidades, por lo que debe despertarse el hambre de justicia para superar esas limitaciones, sentenció Díaz Díaz.
La segunda tentación consiste en querer manipular a Dios y ponerlo a servicio, cuando no se puede “comprar a Dios” con actos, ni construir una religión a satisfacción.
La tercera tentación es convertirse en amo y dueño, quitar a Dios de la vida, asumir las riendas de la historia y de la humanidad al propio gusto y capricho, destruyendo a los hermanos y postrándose ante cualquier ídolo.
“Todos estamos siendo tentados”, dijo, por lo que llamó a tener presente la astucia del demonio, que la gracia es más fuerte que el mal, reconocer las tentaciones y recordar que la misericordia y el amor de Dios siempre están a la puerta.
México, 10 Mar (Notimex).